Parte del libro “El Islam y su respuesta a las cuestiones actuales” por Hazrat Mirza Tahir Ahmad (ra)
Rechazo del racismo
De entre todas las pestes que infectan la era actual, el racismo es la que supone un mayor peligro para la paz mundial.
El Santo Corán recuerda no sólo a los musulmanes sino a toda la humanidad:
¡Oh hombres!, Temed a vuestro Señor quien os creó de un sólo ser del cual creó a su pareja y de los dos hizo descender a muchos hombres y mujeres; y temed a Al’lah, en cuyo nombre recurrís unos a otros, y temedle particularmente respetando los lazos del parentesco. En verdad, Al’lah os observa. (C. 4: Al-Nisa: 2)
Nadie es superior a los demás. De manera similar, el Santo Corán afirma:
¡Oh humanos! Os hemos creado a partir de un varón y una hembra; y os hemos constituido en clanes y tribus para que os reconozcáis mutuamente. En verdad, el más honrado de entre vosotros, a la vista de Al’lah es el más justo de entre vosotros. Ciertamente Al’lah es Omnisciente, Conocedor de todo. (C. 49: Al-Huyurat: 14)
Y:
¡Oh vosotros, los creyentes! No permitáis que un pueblo se burle de otro que puede ser mejor que ellos, ni que las mujeres se burlen de otras que pueden ser mejores que ellas. No calumniéis a vuestra propia gente, ni os llaméis mutuamente por nombres deformados. Malo es, en verdad, volver a caer en la mala práctica de los días de la ignorancia después de haber creído; mas quienes no se arrepienten son perversos. (C. 49: Al-Huyurat: 12)
Aparentemente, la sociedad actual parece estar alejándose del racismo y del apartheid, y que está concienciándose de los horrores relacionados con ambos. Pero si se examina la cuestión con cuidado y con profundidad, es posible darse cuenta de que el racismo sigue presente en todas partes.
Una dificultad importante es la propia definición del “racismo”, pues puede parecer diferente desde perspectivas distintas. Es difícil trazar límites precisos entre el racismo, la conciencia de superioridad religiosa o de clase, el tribalismo, el fascismo, el imperialismo y el nacionalismo. El trato trágico e inhumano que los judíos recibieron a manos de los cristianos en Europa occidental durante más de mil años, podría considerarse que está enterrado en el pasado, pero el brutal tratamiento reciente sufrido por los judíos en los años 30 y 40 a manos de los nazis, está demasiado fresco en nuestras memorias para ser olvidado. Por lo tanto, en el momento que oímos la palabra “racismo” nuestra mente torna inadvertidamente a la idea del antisemitismo y a la larga historia de malos tratos sufrida por la raza semítica a manos de los gentiles.
Es este, desde luego un entendimiento muy limitado del racismo. Es tan limitado que las demás connotaciones del mismo escenario quedan completamente fuera de nuestra atención. Apenas nos detenemos a pensar en los extremistas de entre los judíos que miran a los gentiles con los mismos horribles prejuicios por los que ellos mismos fueron víctimas.
Pero esto no es todo. Hay mucho más racismo de lo que la vista pueda captar. El racismo, aunque no claramente identificado como tal, está oculto bajo diversas máscaras, siendo el nacionalismo una de ellas. De nuevo, los prejuicios religiosos, tribales, y regionales no son sino algunos de los ejemplos en los que el racismo funciona con nombres diferentes. Los prejuicios de los blancos contra los no-blancos suponen también formas de racismo, si bien no es justo culpar sólo a los blancos por abrigar prejuicios contra quienes no comparten su color y complexión. También existe el racismo negro, el racismo amarillo, y el racismo de quienes no pueden ser claramente definidos como blancos, negros o amarillos, pero que ocupan algún lugar intermedio.
La esencia del racismo es el prejuicio de clase. Quizá sea esta la mejor definición del racismo. Cuando la gente comienza a actuar con prejuicios contra otra clase, con el pretexto de su propio interés de clase, el racismo comienza a descubrirse y a erigir su cabeza peligrosa y letal. No se ejerce ninguna discreción en la expresión de su odio; no se toma en cuenta ningún mérito individual, y la generalización se convierte en ley.
Hace no muchos años, el hemisferio occidental se hallaba dividido principalmente entre la cristiandad y el Islam. El papel que jugaron los judíos en aquella época de fuertes prejuicios religiosos, frente a los musulmanes orientales, es bastante oscuro. Se conoce, sin embargo, el hecho de que los judíos formaban parte de la Europa cristiana, que odiaba y desconfiaba de las naciones musulmanas del mediterráneo y recelaba de la expansión musulmana hacia occidente.
Durante aquel período de intensas hostilidades entre cristianos y musulmanes, existía un elemento añadido de racismo, basado en la diferencia de color. En aquel momento, los musulmanes de Indonesia, Malasia, China y la India permanecieron totalmente al margen e indiferentes. El conflicto se asemejaba más a una coalición árabe-turca contra la Europa cristiana en conjunto.
Aunque esta historia parecía enterrada y olvidada, se puede apreciar que está levantando la cabeza de nuevo. Los problemas humanos nunca parecen morir definitivamente por muy enterrados que aparenten estar. Volviendo a la época presente, mientras el mundo estaba polarizado por las dos superpotencias y sus aliados, era vital para los intereses de occidente no remover estas cuestiones ni permitir que fueran removidas. Sin embargo, desde que amaneció una nueva era con la relación este-oeste, el caballero oscuro de la época medieval, se apresta a soltar su sombra siniestra.
Existe un peligro real de resurgimiento de las rivalidades históricas cristiano-musulmanas en el nuevo clima creado por los importantes cambios de la Unión Soviética y Europa oriental. Esto puede verse agravado si tomamos en consideración los intereses creados por ambas partes. Me temo, que a este respecto, el clero de ambos lados, del cristianismo y del Islam, jueguen, muy probablemente, un papel siniestro en el empeoramiento de la situación y en la destrucción de las perspectivas de paz y armonía entre musulmanes y cristianos. Si esto ocurre, sucedería en favor de la causa de Israel e Israel no puede concebirse que sea un observador desinteresado y no comprometido.
Existen, de nuevo, líneas divisorias político-económicas que están dando origen a un nuevo tipo de racismo, es decir, el racismo del Norte rico y el del Sur pobre. Oriente y el Occidente quedan reflejados en la siguiente frase:
“East is east and west is West and never the twain shall meet”
(El Oriente es el Oriente y Occidente es Occidente, y nunca se encontrarán los dos)
La reciente detente y reaproximación entre las grandes potencias puede revivir las controversias y rivalidades históricas político-religiosas entre el occidente cristiano y el oriente musulmán. No sería sorprendente que el Este y el Oeste comenzaran a distanciarse progresivamente como resultado de un nuevo imperialismo y racismo basado en múltiples causas que habrá de surgir de esta reciente detente entre las superpotencias.
De acuerdo con la terminología universalmente aceptada, la definición del racismo parece estar desfasada y habría de extenderse a otras áreas que, aparentemente, no tienen implicaciones raciales. Mi observación particular se basa en el estudio detallado y profundo de la motivación humana que da origen al racismo. Mientras que las fuerzas motivadoras subyacentes sigan siendo las mismas, tanto si se denomina racismo cierta expresión de conducta humana distorsionada, como si le denomina con otro nombre más decente o civilizado, el mal es esencialmente el mismo.
El racismo, en su sentido más amplio ha de entenderse como un conjunto de prejuicios que son opuestos a las consideraciones de justicia absoluta e imparcialidad.
La rápida desaparición de la polarización entre el bloque americano y soviético, ha marcado el comienzo de una era completamente nueva en la que nos estamos moviendo más bien hacia reajustes globales que hacia la desaparición de las divisiones. A medida que se apagan las divisiones ideológicas, otras divisiones ya marcadas en distintos planos de las relaciones internacionales habrán de crecer y definirse con detalle. La vieja división tradicional entre Oriente y Occidente quedó reducida a un segundo lugar insignificante durante la era álgida de las rivalidades capitalistas-socialistas. No existiendo esta situación, volverá a emerger una vez más la división Oriente-Occidente como la línea divisoria más pronunciada entre las naciones desarrolladas del Occidente frente a las naciones subdesarrolladas de Oriente.
Los países europeos del Este junto con Rusia se desplazarán gradualmente hacia los países capitalistas, fusionándose finalmente con ellos y adoptando la misma actitud frente al Tercer Mundo. Aunque surgirán nuevas rivalidades fruto de la competencia para conseguir y monopolizar mercados extranjeros, el Occidente, en su conjunto, emergerá como unidad político-económica mucho más grande que nunca, con la asimilación final del bloque europeo Oriental. Ello supondrá un mayor relieve y énfasis en la división tradicional entre oriente y occidente.
Añádanse a esto el nacimiento del neo-socialismo, en el que las naciones sustituirán a los individuos y clases de individuos. La polarización entre ricos y pobres no seguirá teniendo lugar entre los ricos de una nación y su interacción con los pobres de otra nación. Durante algunos años esta polarización catastrófica podría mantenerse bajo control pero, al final, sería inevitable una confrontación a gran escala.
Personalmente, abrigo temores fundados, de que estamos entrando en una nueva era de racismo mundial, cuya expresión más atroz estaría apoyada y alentada por una sección de los dirigentes políticos Sionistas. Si hemos de tomar en serio a Benjamín Beit-Hallahmi, de la Universidad de Haifa y autor de La Conexión Israelita: A Quien Arma Israel y Por Qué (publicado en 1988 por I.B. Tauris & Co. Ltd. Londres), y si la evidencia que presenta de la bien definida y bien delimitada filosofía política de los Sionistas, es considerada auténtica, se auguran malos presagios para las perspectivas de paz mundial.
El siguiente cuadro del papel jugado -y aún por jugar- por Israel en los asuntos mundiales, emerge:
David Ben Gurión, padre fundador de Israel, afirmaba en enero de 1957, que “Desde el punto de vista de nuestra seguridad y existencia, la amistad de un país europeo es más valiosa que la de toda la gente de Asia (Medzini, 1976; p.75) p.5
…..El interés propio de Israel para recobrar su superioridad frente a los árabes ha llegado a ser coincidente con el objetivo americano de detener la decadencia imperial. (p. 205)
Lo que la extrema derecha moderna ama es al israelí: alto, duro, armado con una Uzi y matando nativos de piel oscura, triunfando sobre las fuerzas del radicalismo del Tercer Mundo. Así es como los generales argentinos, coroneles paraguayos y brigadas afrikaner han llegado a amar a los israelitas (p. 218)
La nueva retórica Abajo con el Tercer Mundo desarrollada en los Estados Unidos a partir de 1970 fue vinculada a Israel, y sus defensores como Daniel Patrick Moynihan y Jean Kirkpatrick han considerado a Israel como un aliado e inspirador. (p. 222)
Vladimir Jabotinsky, el líder del ala derecha del Sionismo antes de la Segunda Guerra Mundial, fue bastante franco respecto a la alianza entre el Sionismo y el Imperialismo…El Sionismo ha tomado la resolución inquebrantable de mantener todo el Mediterráneo en manos europeas…en cada conflicto Oriente-Occidente estaremos siempre al lado del Occidente ya que el Occidente ha encarnado una cultura superior al Oriente a lo largo de los últimos mil años, tras la destrucción del califato de Bagdad por los Mongoles … y hoy somos nosotros los más fieles y destacados portadores de cultura. … Nunca podríamos apoyar al movimiento árabe que en este momento se nos opone, y estamos profundamente contentos ante cada contratiempo que le sucede a este movimiento… (Brenner, 1984 pp. 75-77) p.227
La idea de la liberación del Tercer Mundo amenaza a la misma esencia del Sionismo. Conceptos de derechos humanos son demasiado peligrosos para el sistema político israelí…La injusticia cometida con los palestinos es tan clara y llamativa que no puede ser discutida abiertamente, y cualquier discusión respecto a lo que Israel ha estado haciendo al Tercer Mundo habrá de conducir ciertamente a un examen de los derechos de los palestinos…(Los israelitas) están prestos a denunciar al resto del mundo como hipócritas cuando se discuten cuestiones de derechos humanos y justicia universal. En ello son bastante similares a los sudafricanos blancos. (p. 236-237)
Desde Manila en las Filipinas a Tegucigalpa en Honduras a Windhoek en Namibia, los emisarios israelíes se han implicado en una guerra continuada, que es, en verdad, una guerra mundial. ¿A qué enemigo está combatiendo Israel? Es la población del Tercer Mundo, a la que no se permite que gane su revolución (p. 243)
El pronóstico de Israel parece bueno sólo mientras el mundo árabe y el resto del Tercer Mundo permanezcan débiles y divididos. Cualquier cambio en este cuadro sería una mala señal (p.247)
Lo que Israel ha estado exportando es la lógica del opresor, la forma de mirar al un mundo atado a una dominación que ha tenido éxito. Lo que se exporta no es sólo tecnología, armamento y experiencia, no sólo pericia sino también un modo de pensar. (p. 248)
Sería altamente deseable que, frente a este grito de combate del Sionismo, prevaleciera la voz de la sección más sensata de la dirección israelita. De los pensadores israelitas que quizá podrían describirse como lógicos y moderados, Harkabi representa un ejemplo típico. No sólo desaprueba la actitud de los sionistas extremistas sino que considera sinceramente que suponen una actitud suicida para los intereses finales de los propios sionistas. Los puntos de vista de Harkabi no son compartidos por igual entre otros intelectuales y autores judíos. Harkabi, por ejemplo, adopta un punto de vista más pragmático y realista ante los mismos problemas. De forma particular, su propuesta de “paz por territorios” abre un camino de esperanza para los árabes.
Creo firmemente que la discriminación y cualquier otro esfuerzo por dividir a la humanidad en cualquier plano, puede reportar a algunos ciertos dividendos a corto plazo; sin embargo, a la larga, las consecuencias son funestas para todos los implicados. En este escenario contemporáneo, el Islam tiene un mensaje muy positivo y un papel efectivo que jugar.
El racismo y el odio entre clases son denunciados por el Islam en los términos más enérgicos, así como la generación de cualquier tipo de desorden. Los versículos del Santo Corán referidos antes son algunos de los muchos que tratan de este tema.
El carácter del Santo Profeta (sa) del Islam se describe como:
La luz de Dios, que no pertenece ni al Este ni al Oeste, es decir, que es participada por ambos por igual.
Al’lah es la Luz de los cielos y la tierra. Su luz es semejante a una hornacina brillante, en la que hay una lámpara. La lámpara está en un vaso. El vaso es como una estrella brillante. Se enciende con un árbol bendito -el olivo- que no está a Oriente ni a Occidente, cuyo aceite podría alumbrar aun cuando no lo tocara el fuego. ¡Luz sobre luz! Al’lah guía a Su Luz a quien desea. Pues Al’lah presenta parábolas a los hombres y Al’lah sabe perfectamente todas las cosas. (C. 24: Al-Nur: 36)
Además es introducido como:
Una misericordia (y fuente de bendiciones) para todo el mundo (y toda la humanidad). (C. 21: Al-Anbiya: 108)
Estoy asombrado al ver como varios pensadores musulmanes de mente medieval, a quienes erróneamente se define como fundamentalistas, suscriben la opinión de que los musulmanes deben enfrentarse con los no musulmanes en una contienda armada, continuando la lucha hasta que, o bien sean exterminados o bien acepten el Islam. El Islam, tal como se encuentra en el Santo Corán, no tiene nada que ver con esta noción distorsionada y corrupta de “la guerra santa”. No hay necesidad de repetir los muchos versículos que tratan de la paz religiosa pues ya han sido mencionados.
Permítanme acabar reafirmando que el Islam es sincero partidario y sugiere diversas medidas para unir a la humanidad a través de un proceso pacífico cuyo objeto sea establecer la paz en el mundo y unificar a los seres humanos.
En lo que respecta a la actitud del Santo Fundador del Islam (sa), los siguientes extractos del Ultimo Sermón (conocido como el Sermón del Adiós) que ofreció antes de su fallecimiento ante la reunión humana más numerosa a la que hasta entonces nunca se había dirigido, son suficientemente significativos:
¡Oh hombres! prestadme atención pues no sé si podré reunirme de nuevo con vosotros en este valle y dirigirme a vosotros como lo hago ahora. Vuestras vidas y posesiones han sido declaradas inviolables por Dios frente a los ataques de uno y otro, hasta el Día del Juicio. Dios ha designado a cada uno su parte en la herencia. No será admitido ningún testamento que perjudique a los derechos de un heredero legal. Todo niño nacido en cualquier casa será considerado hijo del padre de esa casa. Quienquiera que impugne el parentesco de tal niño será reo de castigo según la ley del Islam. Quienquiera que atribuya su nacimiento al padre de otro, o declare falsamente que determinada persona es su tutor, a ese, Dios, Sus ángeles y toda la humanidad le maldecirá.
¡Oh hombres! Tenéis algunos derechos ante vuestras mujeres, pero vuestras mujeres tienen también algunos derechos sobre vosotros. Su obligación es que vivan una vida casta y no adopten modos que atraigan la desgracia del marido a los ojos de la gente…Mas si el comportamiento de vuestras mujeres no conduce a la desgracia de sus maridos, vuestro deber es proporcionarles la comida, el vestido y el refugio de acuerdo con vuestro estándar de vida. Recordad que debéis tratar siempre bien a vuestras mujeres. Dios os ha hecho responsables de cuidar de ellas. La mujer es débil y no puede proteger sus propios derechos. Cuando contraéis matrimonio, Dios os nombra depositarios de tales derechos. Traéis a vuestras mujeres a vuestros hogares bajo la ley de Dios. No debéis, por tanto, abusar de la responsabilidad que Dios ha puesto en vuestras manos.
¡Oh hombres!, Aún mantenéis bajo vuestra posesión a algunos prisioneros de guerra. Os advierto, pues, que les alimentéis y les vistáis de la misma manera y estilo con que os alimentáis y vestís vosotros. Si cometen algo erróneo que sois incapaces de perdonar, cededlos entonces a alguien otro. Son parte de la creación de Dios. No puede ser justo de ninguna manera que les causéis dolor o sufrimiento.
¡Oh hombres!, Escuchad y recordad lo que os digo: Todos los musulmanes son como hermanos entre sí. Todos vosotros sois iguales. Todo hombre, cualquiera sea la nación o tribu a la que pertenezca, y cualquiera que sea la posición que mantenga en su vida, es igual a los demás. (Elevando sus manos, y uniendo los dedos de una mano con los de la otra, añadió): De igual manera que los dedos de las dos manos son iguales, así son iguales los seres humanos. Nadie posee ningún derecho ni superioridad que reclamar ante otro. Sois como hermanos. Oh seres humanos, vuestro Dios es Único y vuestro origen es único. Un árabe no es superior a un no-árabe, ni tiene superioridad un no-árabe sobre un árabe. El hombre blanco no es superior de ninguna forma al hombre negro, ni el hombre negro es mejor que el blanco, salvo en la medida en que ambos cumplan su responsabilidad ante Dios y el hombre. El más honorable entre vosotros a los ojos de Dios es el más piadoso…
De la misma forma que este mes es sagrado, esta tierra inviolable y este día son sagrados, así Dios ha hecho sagrados la vida, propiedad y honor de todo hombre. Despojar a un hombre de su vida, su propiedad o atacar su honor es tan malvado e injusto como violar la santidad de este día, este mes y este territorio. Lo que os ordeno hoy no es sólo para hoy. Tiene valor para todos los tiempos. Se espera de vosotros que lo recordéis y que actuéis en consecuencia hasta que abandonéis este mundo y acudáis al próximo a encontraros con vuestro Hacedor.
Lo que os he dicho, debéis comunicarlo a los confines de la tierra. Tal vez aquellos que no me han escuchado se beneficien más que los que me escucharon. (Sihah Sita, Tabari, Hisham, Jamis y Baihaqi).
Este pasaje es muy intenso y patente. Merece la pena destacar el recordatorio del Santo Profeta, la paz y bendiciones de Dios sean con él, en el sentido de que todos somos hijos del mismo padre. Tiene la connotación evidente de que no debe permitirse que las religiones dividan la hermandad universal de la humanidad, que se originó en un parentesco único.