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Los Peligros del Capitalismo y las Mareas Cambiantes

Parte del libro “El Islam y su respuesta a las cuestiones actuales” por Hazrat Mirza Tahir Ahmad (ra)

Cuatro características de la sociedad capitalista

Las señales para determinar que, efectivamente, ha surgido tal desequilibrio en la sociedad se explican muy claramente en los siguientes versículos del Santo Corán:

“No, mas no honráis al huérfano. Ni os alentáis mutuamente a dar de comer a los pobres. Devoráis toda la herencia de otras personas. Y amáis la riqueza con amor excesivo”. (C. 89: Al-Fajr: 18:21).

En pocas palabras, estas características son:

  1. Trato deshonroso a los huérfanos.
  2. No se promueve alimentar a los pobres.
  3. La usurpación de la herencia ajena.
  4. Una interminable acumulación de riqueza

El capitalismo conduce finalmente a la destrucción

Sin aprobar la filosofía del socialismo científico, el Islam rechaza algunos aspectos del capitalismo porque:

“La mutua rivalidad en la búsqueda de más cosas mundanas os ha desviado de Dios. Hasta que lleguéis a las tumbas. (No! Muy pronto llegaréis a saber la verdad. (C. 102: Al-Takathur: 2-4).

El orden económico cambiante

La explotación de los ciudadanos más pobres por el capita­lismo basado en el interés, que dio origen a la rebelión socialis­ta, parece haber quedado relegado a la historia. Pero un estudio más profundo nos revela que no es más que un cambio de disfraz.

En este momento, el mundo entero se encuentra dividido entre ricos y pobres, gracias sobre todo a la explotación de los países capitalis­tas desarrollados. Añádase a esta situación el decisivo retorno al capitalismo del arrepentido bloque del Este. Causa estremecimiento imaginar cuánta sangre se sorberá aún de las ya debilitadas y anémicas naciones del Tercer Mundo. Parecería que los vampiros del capitalismo necesitan aún más sangre para beber.

Es evidente que se ha terminado la era de la confrontación entre las dos principales filosofías económicas contrarias del capitalismo y el socialismo científico. El sistema económico basado en el Marxismo-Leninismo se ha sometido a la escena de los asuntos humanos. Por otro lado, la así llamada economía “libre” de occidente aparece exultante ante su aparente victoria. Salvo China, los países del bloque del Este aún siguen luchando para mitigar las miserias de las multitudes pobres de sus países respectivos en el despertar de su nueva hallada libertad.

El desfase económico entre el Este y el Oeste no es tan grande como entre el Norte y el Sur. Los países desarrollados del Norte se hallan divididos en otro plano distinto al de los países de Tercer Mundo de África y Sudamérica. Aunque en términos de disparidad económica, el desfase entre el Norteamérica y Sudamérica es sin duda doloroso, no se aproxima en absoluto al abismo entre Europa y África. África, tan cercana en distancia a Europa, en términos de disparidad económica, es, sin duda, la más apartada de este continente.

El sentimiento de seguridad que los países más débiles del mundo experimentaban anteriormente a causa de las rivalidades entre las superpo­tencias, así como la posibilidad de que las naciones pobres se beneficien del descongelamiento de la guerra fría se desvane­cerá rápidamente. Aún ha de producirse una mayor y más seria competición entre EE.UU., Rusia y el resto de Europa para conquistar, monopolizar y asegurar los mercados de las naciones del Tercer Mundo.

Japón ya no seguirá siendo el único rival serio de América. Una nueva Europa que emerge del rápido crecimiento de la Comunidad Europea y la probable participación de la Europa del Este en un mercado común de mayor escala, plantearán una competi­ción mucho más grande a Norteamérica que los Estados rivales de Europa.

Los desbordantes millones de habitantes de Europa del Este y Rusia anhelan y sienten la apremiante necesidad de elevar su nivel de vida. La simple rehabilitación de un mercado cerrado no será suficiente para satisfacer las necesidades de este gran sistema, que seguirá creciendo con el paso del tiempo. La apremiante necesidad de mercados exteriores para mantener los estándares de vida crecientes de Europa del Este y Rusia puede ser satisfecha por la CEE, América y Japón. Esto ofrece poca esperanza para los países del Tercer Mundo (más bien un oscuro presagio para el Tercer Mundo) y mucho menos para los pueblos menos favorecidos de África.

Los políticos de las naciones del mundo desarrollado económica y políticamente, se sienten mucho más preocupados por la revolu­ción económica capitalista que se está produciendo en el lejano Oriente: Japón, Corea del Sur, Formosa, Hong Kong y Singapur. Parece que se están acortando las distancias entre el lejano Oriente y el Occidente creando un puente por encima de las cabezas de los numerosos países asiáticos menos afortunados: Indonesia, Malasia, Camboya, Tailandia, Birmania, Bangla Desh, India, Sri Lanka y Pakistán.

También es posible que para afrontar el creciente desafío del gigantesco crecimiento económico del Japón y poder controlar su economía en rápida expansión, otros países del lejano Oriente no sigan siendo los beneficiarios de las inversiones y capital americano. Por otro lado, también es posible que Norteamérica se apoye más aún en sus aliados del lejano Oriente para afrontar los nuevos desafíos asociados de Japón y de una Europa económica­men­te mucho mayor y unida. Esto no augura nada bueno para el futuro de la humanidad y puede, finalmente, hacer añicos las esperan­zas de paz en un plano totalmente diferente al de las rivalidades ideológicas entre el capitalismo y el comunismo.

Aún es prematuro predecir cómo pueden influir los cambios en la Europa del Este y Rusia en el equilibrio económico del mundo, si su vuelta al capitalismo sería completa o parcial, lenta o rápida. Ocurra lo que ocurra, una cosa es cierta, y es que estos cambios influirán de forma más adversa en las economías del Tercer Mundo.

Tal estado de cosas no puede durar indefinidamente. El mundo se dirige ya hacia una catástrofe mundial.

El Islam tiene una palabra de advertencia para las eufóricas naciones capitalistas de hoy día, fundadas sobre los cimientos del interés y la usura: Están destinadas finalmente a hundirse y a hacerse añicos. La así denominada victoria reciente del capita­lismo sobre el socialismo sólo proporcionará una paz transitoria. Las filosofías capitalis­tas darán origen por sí solas a poderosos demonios que crecerán rápidamente hasta asumir un tamaño gigantesco, en ausencia de rivales por parte del socialismo. El volcán del capitalismo entrará finalmente en erupción con tanta fuerza, que estremecerá, sacudirá y convulsio­nará al mundo entero.

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