Parte del libro “Jesús en la India“
Sección 2: Pruebas de los libros budistas
Dejemos bien claro que las escrituras budistas nos han proporcionado pruebas de diversos tipos que, en general, bastan para demostrar que Jesús debió haber visitado el Punjab, Cachemira y otros lugares. Presento aquí estas pruebas de manera que cualquier lector imparcial pueda, en primer lugar, estudiarlas, y después, organizarlas en una narración conexa en su propia mente, llegando a esa misma conclusión. He aquí la evidencia:
Similitudes entre las vidas de Buda y Jesús
En primer lugar, los títulos dados a Buda son similares a los dados a Jesús. De igual manera, los acontecimientos de la vida de Buda se asemejan a los de la vida de Jesús. Sin embargo, lo que aquí nos interesa respecto al budismo son los lugares dentro de las fronteras del Tíbet, como Leh, Lhasa, Gilgit y Hams, etc., que son los lugares que se ha demostrado que fueron visitados por Jesús. Con referencia a la semejanza de títulos, baste con señalar que si, por ejemplo, Jesús se llama a sí mismo la Luz en sus enseñanzas, de la misma forma, Gautama ha sido llamado Buda en la literatura budista, que en sánscrito significa “Luz”1. Si Jesús ha sido llamado Maestro en el Evangelio, de la misma forma, Buda ha sido también llamado Sasta o Maestro. Así como Jesús ha sido llamado Bendito en los Evangelios, Buda ha sido denominado Sugt, es decir, el Bendito. Si Jesús ha sido llamado Príncipe, así lo ha sido también Buda. Jesús ha sido igualmente descrito por los Evangelios como alguien que cumple el objeto de su venida, y Buda ha sido llamado en las escrituras budistas Siddhartha, esto es, el que cumple el objeto de su venida. Los Evangelios han llamado también a Jesús el refugio del fatigado, y Buda es nombrado en las escrituras budistas Asarn Sarn, es decir, el refugio del desamparado. Asimismo, los Evangelios han llamado a Jesús Rey, aunque él dijo que suyo era el Reino de los Cielos, y Buda ha sido también llamado Rey. La semejanza de acontecimientos entre ambos también queda demostrada por los hechos. Al igual que Jesús fue tentado por el Diablo con las riquezas y los reinos del mundo a condición de que le rindiera obediencia, Buda fue también tentado cuando el Diablo le dijo que le entregaría la pompa y el esplendor de los reyes si abandonaba la severidad de su vida y volvía a casa. Pero, al igual que Jesús no obedeció al Diablo, tampoco Buda, según está escrito, le obedeció2. Véase Budismo de T.W. Davids y Budismo de Sir Monier Williams3.
Esto demuestra que los mismos títulos que Jesús se adscribe a sí mismo en los Evangelios han sido también otorgados a Buda en las escrituras budistas, que fueron recopiladas mucho más tarde; y, al igual que Jesús fue tentado por el Diablo, así, estos libros afirman que Buda fue también tentado por el Diablo; es más, la narración de la tentación de Buda que aparece en estos libros es más larga que la de la tentación de Jesús en los Evangelios cristianos. Está escrito que cuando el Diablo le ofreció la tentación de la riqueza y los honores reales, Buda se inclinó por volver a casa. Sin embargo, no sucumbió a la tentación. Mas el mismo Diablo volvió a reunirse con él una noche, llevando consigo a toda su progenie e intentó aterrorizarlo con apariencias grotescas. Para Buda, esos Diablos aparecían como serpientes que echaban fuego por sus bocas. Las serpientes empezaron a lanzar fuego y veneno hacia él pero el veneno se convertía en flores y el fuego se transformó en un halo alrededor de Buda.
Habiendo fracasado el Diablo, llamó a dieciséis de sus hijas y les pidió que mostraran su belleza a Buda, pero éste permaneció inmutable, quedando el Diablo frustrado en sus designios. Adoptó diversas estratagemas, pero no pudo hacer nada contra la firmeza de Buda, que continuó escalando etapas cada vez más altas de espiritualidad, hasta que, después de una larga noche, esto es, después de pruebas severas y prolongadas, venció a su enemigo Satanás. Entonces la luz del Verdadero Conocimiento brilló sobre él y, al amanecer, es decir, en cuanto sus pruebas terminaron, llegó a conocerlo todo. El día en que terminó esta gran batalla fue el día del nacimiento del budismo. Gautama tenía 35 años de edad cuando se le llamó Buda4 o la Luz, y el Árbol bajo el cual estaba sentado en ese momento llegó a ser conocido como el Árbol de la Luz.
Si leemos los Evangelios, encontraremos que la Tentación de Buda se asemeja a la tentación de Jesús, hasta el punto de que la edad de Buda era aproximadamente la misma que la de Jesús en aquel momento. Como se desprende de la literatura budista, el Diablo no se apareció a Buda en forma corporal ni personificada, sino que fue una visión contemplada por Buda, y la conversación del Diablo fue una inspiración satánica. El Diablo, tal como se le apareció, sugirió a Buda que abandonara su camino y lo siguiera a él y que, de hacerlo, le daría todas las riquezas de este mundo. De igual manera, los eruditos cristianos creen que el Diablo que se apareció a Jesús no lo hizo en forma corporal, como un ser humano, ante los mismos ojos de los judíos, atravesando las calles en su cuerpo físico y hablando a Jesús de forma que los presentes pudieran oírle. Por el contrario, la reunión fue de la naturaleza de una visión contemplada solamente por Jesús. La conversación también fue un tipo de inspiración, es decir, el Diablo, como es habitual en él, susurró en el corazón de Jesús sugerencias malignas, que Jesús no aceptó y, al igual que Buda, rechazó todas las tentaciones de Satanás.
¿Conoció Jesús a Buda antes de la crucifixón?
La cuestión que surge ahora es por qué hay tanto parecido entre Buda y Jesús. Los arias dicen a este respecto que Jesús conoció el budismo en su viaje a la India y, habiéndose informado de los acontecimientos de la vida de Buda, los incorporó en su Evangelio al volver a su país de origen; que Jesús compuso sus preceptos morales plagiando las enseñanzas morales de Buda y que, al igual que Buda se llamó la Luz y el Conocimiento, y adoptó otros títulos, hasta tal punto, que Jesús se adscribió todos esos títulos a sí mismo, hasta el punto de apropiarse incluso de la larga historia de la Tentación de Buda. Sin embargo, esto no es más que es una invención de los arias. Es incierto que Jesús llegara a la India antes del acontecimiento de la cruz pues no tenía necesidad de efectuar dicho viaje en aquella época; la necesidad surgió solamente cuando los judíos de Judea lo rechazaron y creyeron haberlo crucificado, aunque fuera salvado por un maravilloso designio divino.
La razón de las similitudes entre Jesús y Buda
Habiendo agotado así su simpatía por los judíos, su solicitud por predicarlos, y habiéndose convertido los judíos, en razón de su naturaleza malvada, tan insensibles como para ser incapaces de aceptar la verdad, Jesús, al ser informado por Dios que las diez tribus de los judíos habían emigrado hacia la India, partió hacia esas regiones. Dado que algunos de los judíos habían aceptado el budismo, no había otra alternativa para este verdadero profeta sino la de dirigir su atención a los seguidores del budismo. Como los sacerdotes budistas de aquel país esperaban la aparición del “Mesías Buda”, consideraron que Jesús era Buda, teniendo en cuenta todos los signos, como sus títulos, sus enseñanzas morales como las de “ama a tu enemigo” y “no resistas al mal”, así como la profecía de Buda sobre su piel clara. Es igualmente posible que algunos de sus títulos y enseñanzas y los mismos hechos de la vida de Jesús hayan podido adscribirse consciente o inconscientemente a Buda en aquella época, ya que los hindúes nunca han demostrado mucha aptitud para registrar la historia objetivamente. Los acontecimientos de la vida de Buda no fueron registrados hasta la época de Jesús. Los sacerdotes budistas tuvieron, pues, una buena oportunidad para atribuir a Buda cualquier cosa que desearan. Es pues muy probable que, al conocer los hechos de la vida de Jesús y sus enseñanzas morales, los mezclaran con otras muchas innovaciones y los atribuyeran a Buda.*
*[Nota] No podemos negar que la fe budista, desde tiempos antiguos, ha contenido una gran parte de enseñanza moral; pero al mismo tiempo opinamos que la parte que constituye solamente la enseñanza de los Evangelios –las parábolas y otras reproducciones de la Biblia- fue añadida indudablemente a los libros budistas en la época en que Jesús se hallaba en este país. (Autor)
Similitudes entre las enseñanzas morales de Jesús y Buda
Demostraré aquí que las enseñanzas morales de la Biblia que se asimilan a las de los Evangelios –los títulos de Luz, etc., que se atribuyen a Buda del mismo modo que a Jesús, así como las tentaciones satánicas- son detalles que han sido incorporados a la literatura budista solamente después de la visita de Jesús a este país, que ocurrió después de la crucifixión. Además, hay otro parecido entre Buda y Jesús. Las crónicas budistas demuestran que Buda, durante la Tentación, ayunó y que el ayuno duró cuarenta días. Los lectores del Evangelio saben que Jesús observó también un ayuno de cuarenta días.
Como acabo de mencionar, existe una semejanza tan notable entre la enseñanza moral de Buda y la de Jesús, que sorprende a quienes conocen las enseñanzas de los dos. Por ejemplo, los Evangelios dicen:
“no resistas al mal, ama a tu enemigo, vive en la pobreza y huye del orgullo, la falsedad y la avaricia”;
e iguales son las enseñanzas de Buda5. Más bien, las enseñanzas budistas insisten aún más en ello, hasta tal punto, que se declara como pecado el hecho de matar incluso a hormigas o insectos. El principio fundamental del budismo es mostrar simpatía hacia todo el mundo, buscar el bienestar de toda la humanidad y de todos los animales, y promover un espíritu de unidad y amor mutuo. Y lo mismo ocurre con las enseñanzas del Evangelio.
Por otra parte, al igual que Jesús envió a sus discípulos a distintos países –viajando él mismo a uno de ellos– así ocurrió con Buda. El libro Budismo de Sir Monier Williams6 afirma que Buda envió a sus discípulos a predicar, hablándoles de este modo:
“Id y recorred todo, llenos de compasión por el mundo y por el bienestar de dioses y hombres. Id en direcciones diferentes. Predicad la abstinencia total, la piedad y celibato.”
Dijo que él también iría a predicar esa doctrina. En consecuencia, Buda fue a Benarés y realizó muchos milagros en aquél lugar. Pronunció un impresionante sermón desde una colina, al igual que Jesús pronunció el sermón de la montaña. El mismo libro afirma también que Buda predicaba casi siempre con parábolas, explicando los asuntos espirituales a través de analogías físicas.
Recuérdese que esta enseñanza moral y este método de predicar —hablar con parábolas— era el método de Jesús. Este modo de predicar y estas enseñanzas morales, combinadas con otras evidencias circunstanciales, sugieren de inmediato que se trataba de una imitación de Jesús. Jesús estuvo aquí en la India donde predicó extensamente. Los seguidores de la fe budista lo conocieron y vieron que era una persona santa y bendita. Registraron estos hechos en sus libros e incluso lo llamaron Buda, ya que es propio de la naturaleza humana intentar adquirir una cosa buena allí donde se encuentre. Las personas intentan registrar y recordar cualquier observación inteligente realizada por cualquier persona que encuentran.
Es, pues, muy probable que los seguidores de la fe budista hayan reproducido todo el cuadro de los Evangelios en sus libros; como por ejemplo, el ayuno durante cuarenta días tanto de Jesús como de Buda; la tentación satánica que ambos afrontaron; el nacimiento de los dos sin intervención de padre alguno, las enseñanzas morales de ambos; el hecho de llamarse ambos la Luz y Maestro, y sus compañeros, discípulos. La afirmación de Mateo, en el capítulo 10, versículos 8 y 9, que dice:
“No llevad oro, plata ni latón en vuestras bolsas”, se asemeja a la que dio Buda a sus discípulos;*
*[Nota] Los budistas también tienen una tradición similar a la Cena del Señor de los cristianos. (Autor)
del mismo modo que el Evangelio alienta al celibato así también lo hacen las enseñanzas de Buda; así como ocurrió un terremoto cuando Jesús fue colgado de la cruz, también está registrado que ocurrió un terremoto cuando murió Buda7. Todos estos puntos de semejanza se derivan del hecho de la visita de Jesús a la India. Los seguidores de la fe budista tuvieron la suerte de que permaneciera entre ellos durante un período de tiempo considerable, y que estos adquirieran un buen conocimiento de los datos de su vida y de sus nobles enseñanzas. En consecuencia, era inevitable que una gran parte de su enseñanza y ritos ceremoniales se introdujeran en los escritos budistas porque Jesús era muy respetado por los budistas, que incluso le habían tomado por Buda. Esta es la razón por la que registraron sus dichos en sus libros y los achacaron a Buda.
Sorprende que Buda, al igual que Jesús, hubiera enseñado a sus discípulos a través de parábolas, especialmente las mismas que se encuentran en los Evangelios. En una de estas parábolas, Buda dice:
“Al igual que el campesino siembra la semilla pero no puede decir: el grano se hinchará hoy, mañana germinará, así también ocurre con el discípulo: no puede decir si germinará bien o será como el grano que se siembra en suelo rocoso y se seca”.
Como se observará, es la misma parábola que aún existe en los Evangelios. Buda vuelve a narrar otra parábola:
“Cuando un rebaño de ciervos vive en un bosque, llega un hombre que abre para ellos un camino falso, que les lleva a la muerte, es decir, que intenta llevarles por un camino que al final les atrapa y les conduce a la muerte. Y llega otro que abre un camino seguro, es decir, siembra un campo y les abre un canal para que puedan beber; este es el caso de los hombres que viven en la prosperidad: el maligno viene y abre el camino ocho veces falso que les extravía. Entonces viene el Hombre Perfecto y les abre ocho veces el camino de la verdad, certidumbre y paz, para que puedan ser salvados”.
Buda enseñó también:
“La rectitud es un tesoro seguro que nadie puede robar. Es un tesoro que acompaña al hombre incluso después de la muerte. Es un Tesoro que es la fuente de todo Conocimiento y toda la Perfección.8”
Cabe observar que esta es exactamente la enseñanza del Evangelio. También figura en los libros antiguos budistas que pertenecen a un período no alejado de la época de Jesús; se trata incluso del mismo período. De nuevo, en la página 135 de ese mismo libro se informa que Buda dijo que él era tan irreprochable que nadie podría señalar una mancha en su conducta9. Esto guarda también parecido con un dicho de Jesús. El libro Budismo, en la página 45, afirma:
“La enseñanza moral de Buda tiene una notable semejanza con la enseñanza moral cristiana”.
Estoy de acuerdo con esto e incluso estoy de acuerdo con lo que ambas enseñanzas nos dicen: No améis al mundo, ni la riqueza; no odiéis a vuestros enemigos; no obréis mal; conquistad el mal con el bien; haced a los demás lo que deseáis que os hagan. Todo esto tiene un parecido tan notable entre el Evangelio y las enseñanzas de Buda que es innecesario entrar en más detalles.
La profecía budista de la Bagwa Metteyya (El Mesías Blanco)
Los libros budistas muestran igualmente que Gautama Buda profetizó el advenimiento de un segundo Buda llamado Metteyya. Esta profecía se contiene en Laggawati Sutatta10, un registro budista que se menciona en la página 142 del libro de Oldenberg. La profecía dice:
Él será el líder de un grupo de discípulos que sumarán centenares de millares, como ahora soy yo el líder de grupos de discípulos que se contarán por centenares11.
Podría señalarse aquí que la palabra hebrea Masiha equivale a Metteyya en pali. Es sabido que cuando una palabra se traduce de un idioma a otro, a menudo sufre un cambio fonético. Igualmente, una palabra inglesa, cuando se traduce a otro idioma, sufre un cambio. Por ejemplo, Max Muller, en una lista que muestra en la página 318 del Volumen II de la obra Libros Sagrados de Oriente, dice que la th del alfabeto inglés se convierte en s en persa y árabe. Teniendo presente estos cambios, es fácil entender cómo la palabra Messiah se convirtió en Metteyya en el lenguaje pali, que significa que el futuro Metteyya profetizado por Buda es en realidad el Mesías y ningún otro. Este punto de vista está respaldado por el hecho de que el propio Buda había profetizado que la doctrina que había fundado no permanecería en el mundo más de quinientos años; que, en el momento de la decadencia de sus principios y enseñanzas, el Metteyya vendría a esta tierra y restablecería la fe y sus enseñanzas en el mundo. Como sabemos, Jesús apareció quinientos años después de Buda y, según el límite de tiempo fijado por Buda para la decadencia de su fe, el budismo entró en un estado de decadencia tal como fue predicho. Fue entonces cuando Jesús, después de librarse de la cruz, viajó a esta tierra, donde los budistas lo reconocieron fácilmente y lo trataron con gran reverencia.
No cabe ninguna duda de que las enseñanzas morales y los ejercicios espirituales enseñados por Buda fueron revividos por Jesús. Los historiadores cristianos admiten que tanto el Sermón de la Montaña que se menciona en los Evangelios como el resto de sus enseñanzas morales son las mismas que las que Buda predicó al mundo quinientos años antes. Afirman también que Buda no sólo enseñó preceptos morales sino también otras grandes verdades. En su opinión, el título de “Luz de Asia” aplicado a Buda es muy apropiado. Así pues, de acuerdo con la profecía de Buda, Jesús apareció quinientos años después de él y, como admiten la mayoría de eruditos cristianos, sus enseñanzas fueron las mismas que las enseñanzas de Buda. No cabe duda, pues, de que apareció en el “espíritu” de Buda. En el libro de Oldenberg, basándose en la autoridad de Laggawati Sutatta, se afirma que los seguidores de Buda, mirando al futuro, se consolaban con la idea de que, como discípulos del Metteyya, alcanzarían la dicha de la salvación. Tenían la seguridad de que aparecería el Metteyya y que a través de él se salvarían, ya que las palabras en las que Buda había presentado la espera del Metteyya demostraban claramente que sus discípulos lo conocerían y lo reconocerían.
La afirmación del libro arriba mencionado refuerza la convicción de que, para guiar a esos pueblos, Dios había creado dos circunstancias apropiadas. En primer lugar, en razón del título de Asif, mencionado en el Génesis, capítulo 3, versículo 1012, que significa “el que une a un pueblo”, era inevitable que Jesús visitara la tierra a la que los judíos emigraron para establecerse; en segundo lugar, de acuerdo con la profecía de Buda, era esencial que los seguidores de Buda conocieran a Jesús y se beneficiaran espiritualmente de él. Teniendo en cuenta estos dos puntos, es fácil comprender que Jesús visitara el Tíbet. El hecho de que las enseñanzas y ritos cristianos afectaran tan profundamente al budismo tibetano lleva a la creencia de que Jesús debió visitar también al pueblo del Tíbet. Además, el hecho de que los fervientes seguidores del budismo, como se afirma en sus libros, hubiesen esperado siempre conocerlo, anuncia a viva voz que este deseo de su parte se convirtió en el preludio de la visita de Jesús a este país. Frente a estos dos hechos, una persona imparcial no necesitaría investigar a fondo los registros budistas para convencerse de que Jesús vino al Tíbet. Y es que, según la profecía de Buda, al ser tan intenso el deseo del segundo advenimiento de Buda, esa misma profecía debió atraer a Jesús al Tíbet.
Hay que señalar también que la palabra “Metteyya”, que se menciona con tanta frecuencia en los libros budistas, significa obviamente “Mesías”. En la página 14 del libro Tíbet, Mongolia, de H. T. Prínsep, se dice sobre el Metteyya Buda, que es en realidad el Mesías, que los primeros misioneros cristianos, habiendo oído y visto las condiciones existentes en el Tíbet, llegaron a la conclusión de que en los antiguos libros de los Lamas debían encontrarse trazas de la religión cristiana. En esa misma página se afirma que, sin lugar a dudas, esas antiguas autoridades creían que los discípulos de Jesús seguían vivos cuando llegaron a este lugar las enseñanzas cristianas. En la página 171 se indica que no existía la menor duda de que en aquella época todo el mundo esperaba con anhelo la aparición del gran Salvador. Tácito dice que los judíos no eran los únicos que mantenían dicha creencia, sino que el mismo budismo había establecido la base para tal creencia, al profetizar la venida del Metteyya. El autor de esta obra en inglés dice en una nota:
Los libros Pitakkatayan y Atha Katha contienen una clara profecía sobre la aparición de otro Buda, cuyo advenimiento ocurrirá mil años después de la época de Gautama o “Sakhiya Muni”. El mismo Gautama afirma que es el 25º Buda y que aún queda por aparecer el “Bagawa Metteyya”, esto es, que después de irse aparecería aquél cuyo nombre sería Metteyya, de piel clara.”
El autor inglés continúa diciendo que la palabra Metteyya tiene un notable parecido con el Mesías13. Resumiendo, Gautama Buda afirma claramente en esta profecía que aparecería un Mesías en su país, entre su pueblo y sus seguidores. Por ello los seguidores del budismo estuvieron esperando todo el tiempo que apareciera el Mesías en su país. En su profecía, Buda lo denomina “Bagwa Metteyya” porque “Bagwa” en sánscrito significa “blanco” y Jesús, por ser habitante de los territorios sirios, era de piel clara.
Los pueblos de la tierra donde se anunció esta profecía, es decir, el pueblo de Magadh, donde estaba situada Rajagriha, eran de piel oscura. El mismo Gautama Buda era moreno. Había expuesto a sus seguidores dos signos conclusivos en relación con el futuro Buda:
(1) que sería Bagwa o de piel blanca y
(2) que sería Metteyya, es decir, viajero, y procedería de un país extranjero.
Por tanto, esos pueblos habían observado constantemente esos signos hasta que vieron realmente a Jesús. Cualquier budista debía profesar necesariamente la creencia de que, quinientos años después de Buda, el Metteyya Bagwa aparecería en su país.*
*[Nota] El período de mil o cinco mil años es incorrecto. (Autor)
No hay, pues, que sorprenderse de que los libros de la fe budista mencionen la venida del Metteyya, esto es, del Masiha, a su tierra, y el cumplimiento de la profecía de Buda. Suponiendo que no existiera dicha mención, incluso entonces, debido a esta revelación divina, Buda habría dado a sus discípulos la esperanza de que el Bagwa Metteyya vendría a su tierra y ningún budista que conociera esta profecía podría negar la aparición a esta tierra del Bagwa Metteyya, cuyo otro nombre era el Masiha; y es que el incumplimiento de la profecía habría demostrado la falsedad de su fe. Si esta profecía, para cuyo cumplimiento había sido fijado un plazo y que Gautama Buda había narrado a sus discípulos repetidas veces, no se hubiese cumplido, los seguidores de Buda habrían comenzado a dudar de la verdad de su reivindicación y además hubiera quedado registrado que la profecía no se hubo cumplido.
Otro argumento en apoyo del cumplimiento de esta profecía es que en el Tíbet se descubrieron libros pertenecientes al siglo séptimo d.C., que contenían la palabra Mesías, que significa Jesús, y que está escrito como Mi-Shi-Hu. El recopilador de la lista que contenía la palabra Mi-Shi-Hu es budista. (Véase Un Registro de la Religión Budista de I. Tsing, traducido por G. Takakusu). Este Takakusu es un japonés que había traducido el libro de I. Tsing, que era un viajero chino. En el margen y en el apéndice de su libro, Takakusu afirma que un libro antiguo contiene el nombre de Mi-Shi-Hu14 (Masih). Este libro pertenece aproximadamente al siglo séptimo, y ha sido traducido recientemente por un japonés, llamado G. Takakusu15, y publicado por Clarendon Press, Oxford. En cualquier caso, el libro contiene la palabra Masih, lo que demuestra claramente que esta palabra no ha sido importada por los seguidores de Buda desde el exterior, sino más bien tomada de la profecía de Buda, escribiéndose a veces como Masih y otras como Bagwa Metteyya.
El discípulo de Buda que se llamaba “Yasa”
Entre los testimonios que encontramos en los libros budistas, está el de Sir Monier Williams, registrado en la página 45 de su libro Budismo. Dice que el sexto discípulo de Buda era un hombre llamado “Yasa”16. El nombre es la forma abreviada de Yasu o Yasa. Ya que Jesús apareció quinientos años después de la muerte de Buda, es decir, en el siglo sexto, fue llamado el sexto discípulo. Obsérvese que el profesor Max Muller, en la página 517 del número de Octubre de 1894 de The Ninetenth Century, apoya la afirmación anterior, diciendo que escritores célebres habían señalado en varias ocasiones que Jesús recibió influencia de los principios del budismo, e incluso hoy se está haciendo lo posible por descubrir alguna base histórica que pueda demostrar que los principios de la fe budista hubieran llegado a Palestina en la época de Jesús17. Esta observación de Max Muller corrobora los registros budistas en los que se afirma que Yasa fue discípulo de Buda. Si autores cristianos de la celebridad del Profesor Max Muller admiten que los principios del budismo tuvieron influencia sobre Jesús, no sería erróneo afirmar que esto equivale a ser discípulo de Buda.
Sin embargo, consideramos el uso de tal título irrespetuoso e impertinente respecto a Jesús. La afirmación de la literatura budista de que Yasu fue discípulo de Buda, es sólo un ejemplo de la costumbre arraigada de los sacerdotes budistas de considerar a los grandes personajes de épocas posteriores como discípulos de los que aparecieron antes. Aparte de esto, como se ha señalado, por existir una gran semejanza entre las enseñanzas de Jesús y las de Buda, no sería incorrecto del todo hablar de una relación de maestro y discípulo entre Buda y Jesús, aunque pueda suponer una falta de respeto. Sin embargo, no aprobamos el modo en que los investigadores europeos quieren demostrar que los principios del budismo llegaron a Palestina en la época de Jesús. Es lamentable que estos investigadores adopten el torpe camino de intentar encontrar trazas de la fe budista en Palestina siempre que el nombre y la mención de Jesús aparecen en los antiguos libros del budismo. ¿Por qué no buscan las huellas benditas de Jesús en la zona montañosa de Nepal, Tíbet y Cachemira?
El Mesías Islámico
Sé, sin embargo, que no correspondía a estos investigadores descubrir la verdad que se hallaba oculta detrás de miles de velos de oscuridad, sino que tenía que hacerlo Dios. Él vio desde los Cielos que la adoración al hombre se había extendido por doquier en la tierra y que la adoración de la cruz y el sacrificio supuesto de un ser humano habían alejado los corazones de muchos millones de personas del verdadero Dios. Indignado, envió al mundo a un siervo suyo, seguidor de Jesús de Nazaret, para destruir el credo de la cruz. Y apareció como el Mesías Prometido de acuerdo con las antiguas profecías. Éste sería el tiempo de la destrucción del credo de la cruz, es decir, un tiempo en que el error del credo de la cruz se haría tan patente como el hecho de partir un trozo de madera en dos.
Ahora es cuando el Cielo ha abierto el camino para la destrucción de la cruz, para que quien busque la verdad lo observe y lo encuentre. Es cierto que la idea de la ascensión física de Jesús a los cielos era errónea. Sin embargo, tenía su propio significado. La verdad sobre la vida del Mesías había sido olvidada y había desaparecido como un cadáver que se descompone en la tumba; sin embargo, en los cielos tenía su propia existencia en forma de ser humano incorpóreo. Era, pues, inevitable, que esta realidad descendiera finalmente a la tierra en los últimos días y asumiera la forma de un ser humano. La realidad mesiánica ha descendido a la tierra en esta época, en la forma de un ser humano vivo. Y los males de la falsedad y el culto a la falsedad, que nuestro Santo Profetasa, en un Hadiz sobre la cruz, ha comparado con el cerdo, han sido cortados en pedazos junto con el quebrantamiento de la cruz, de la misma forma que el cerdo se corta con la espada. Es erróneo pensar que este Hadiz signifique que el Mesías Prometido mataría a los incrédulos y rompería las cruces. En realidad, la derrota de la cruz significa que, en esa época, el Dios del cielo y la tierra sacaría a la luz la Realidad oculta que, repentinamente, echaría por tierra toda la estructura de la cruz. La muerte del cerdo no significa la muerte de los hombres ni la del cerdo, sino la muerte de las cualidades porcinas, como la persistente falsedad y la insistencia en hacer alarde de ella, que equivale a comer excremento. Al igual que el cerdo muerto no puede comer porquería, llegaría un tiempo —más bien ha llegado ya— en el que a las naturalezas malvadas se les impida ingerir suciedad de este tipo.
Los clérigos musulmanes, los Ulema, han cometido una grave equivocación al interpretar esta profecía. El verdadero significado de la destrucción de la cruz y de la muerte del cerdo es el que acabo de indicar. Además, en la época del Mesías Prometido terminarían las guerras religiosas, y el cielo reflejaría unas verdades tan resplandecientes que harían diferenciar claramente la verdad de la falsedad. No creáis, por tanto, que he venido con la espada. Más bien he venido para que todas las espadas vuelvan a envainarse. El mundo ha estado sumido durante mucho tiempo en las tinieblas. Muchos hombres han atacado a quienes los admiraban, han herido los corazones de sus mejores amigos y han ofendido a sus seres queridos. Pero ahora, las tinieblas han desaparecido. La noche ha transcurrido y ya ha amanecido. ¡Bendito sea quien ya no permanece en la privación!
Rahula, el sucesor/hijo de Buda
Entre los testimonios que se contienen en los libros budistas está la prueba mencionada en la página 419 de Budismo, de Oldenberg. En este libro, basándose en la autoridad del libro Mahawaga (página 54, sección I) está escrito que un hombre llamado Rahula18” era sucesor de Buda. Tal Rahula ha sido descrito no solamente como discípulo, sino también como hijo suyo. Tengo la convicción de que el Rahula de los libros budistas no es otro que Ruhul-lah, que es uno de los títulos de Jesús y se pronuncia como Rahula debido a la variación fonética. La afirmación de que Rahula era el hijo de Buda, que abandonó a su hijo en su infancia, se exilió y deseó separarse de su esposa para siempre, dejándola dormida sin decirle nada ni despedirse de ella, y huyó a otro país, es totalmente absurda e infamante para el elevado rango espiritual de Buda. Un hombre tan cruel e insensible, que no tuvo compasión de su propia esposa, a quien abandonó mientras dormía, y que huyó como un ladrón sin decirle una palabra de consuelo, que ignoró totalmente las obligaciones que le debía como esposo —sin divorciarse de ella ni pedirle permiso para irse a un viaje sin fin— causándola un profundo dolor al desaparecer repentinamente, sin enviarle ni siquiera una sola carta, ni compadecerse del pequeño que se convirtió en hombre en su ausencia, un hombre así, que no tuvo respeto por las enseñanzas morales que inculcó a sus discípulos, no puede ser nunca una persona justa. Mi conciencia se niega a aceptar este relato, al igual que se niega a aceptar la historia de los Evangelios de que Jesús en una ocasión no mostró respeto por su madre, ni le atendió cuando lo llamó, sino que se dirigió a ella con palabras insultantes.
Por ello, aunque las historias respecto a la injuria de los sentimientos de la esposa y madre tienen un cierto parecido mutuo, no puedo atribuir historias que connoten una degradación de la conducta moral de Jesús y de Gautama Buda. Si Buda no quería a su esposa ¿no habría sentido piedad por esta pobre mujer y por su hijo que sufría? Se trata de una conducta moral tan grave que me horroriza pensar en esta historia después del lapso de cientos de años. ¿Por qué tuvo que comportarse de tal modo? Para mostrar maldad, basta con mostrar insensibilidad hacia la propia esposa, salvo que esta sea inmoral, desobediente, incrédula u hostil hacia su marido. Por tanto, no podemos achacar una conducta tan degradante a Buda, que atenta contra sus propias enseñanzas.
Esto demuestra que la historia es falsa. De hecho, “Rahula” significa Jesús, cuyo otro nombre es “Ruhul-lah”. La palabra “Ruhul-lah” del hebreo es similar a “Rahula”, y “Rahula” o “Ruhul-lah” ha sido llamado el discípulo de Buda porque, como he dicho anteriormente, Jesús vino después de Buda y brindó enseñanzas similares a las de Buda: por ello los seguidores de la fe budista declararon que la fuente de esa enseñanza era Buda, y que Jesús fue uno de sus discípulos. No sería pues sorprendente que Buda, basándose en la revelación de Dios, declarara que Jesús era su “hijo”.
Magdaliyana y Rahula
Otra prueba circunstancial es que en el mismo libro está escrito que cuando el niño “Rahula” fue separado de su madre, una mujer que era seguidora de Buda y cuyo nombre era Magdaliyana, actuó de mensajera. Es fácil comprobar que el nombre Magdaliyana es, en realidad, una forma corrompida de Magdalena, mujer seguidora de Jesús, mencionada en los Evangelios.
Todas estas pruebas, que han sido brevemente presentadas, llevan a las personas imparciales a la conclusión de que Jesús tuvo que visitar este país. Al margen de pruebas tan claras y evidentes, ninguna persona inteligente puede ignorar la semejanza que se encuentra entre los ritos ceremoniales del budismo y los del cristianismo, especialmente en el Tíbet. El parecido es tan notable, que la mayoría de los investigadores cristianos consideran que el budismo es el cristianismo de oriente y el cristianismo el budismo de occidente19.
Otras similitudes entre Jesús y Buda
Sorprende que Jesús dijera: “Soy la Luz y el Camino” y Buda dijera lo mismo. Los Evangelios llaman a Jesús el Salvador, y Buda también se llama a sí mismo el Salvador (ver Lalta Wasattara). En los Evangelios se afirma que Jesús no tuvo padre y, en cuanto a Buda, también se afirma que nació sin padre20 aunque aparentemente, al igual que Jesús tuvo un padre adoptivo (José), Buda tuvo igualmente un padre adoptivo. Se afirma asimismo que en el momento del nacimiento de Buda nació una estrella. Está igualmente la historia de Salomón, ordenando cortar al niño en dos mitades y darlas a cada una de las dos mujeres. Un episodio exactamente similar se encuentra en el libro Jataka de Buda21. Aparte de demostrar que Jesús vino a este país, muestra igualmente que los judíos que habían emigrado a esta tierra también habían establecido relaciones estrechas con el budismo.
La historia del Génesis que se menciona en los libros de la fe budista tiene mucha semejanza con la misma historia que se ofrece en la Torah. Del mismo modo que, según la Torah, el hombre se considera superior a la mujer, así en la religión de Buda un monje es considerado superior a una monja. Buda, sin embargo, creía en la transmigración de las almas, pero este concepto de transmigración no se opone a las enseñanzas de los Evangelios. Según Buda, la transmigración es de tres tipos:
(1) Las acciones y esfuerzos del hombre exigen que tras su muerte le sea conferido otro cuerpo nuevo;
(2) el tipo de transmigración en que creen los tibetanos es característico de los Lamas. Esto significa que alguna parte del espíritu de algún Buda o Buda Satwa transmigra al Lama en un determinado momento, lo que significa que su poder, su temperamento y cualidades espirituales se transfieren a ese Lama y empiezan a animar al receptor;
(3) que en esta misma vida el hombre pasa por diferentes creaciones hasta que, gracias a sus cualidades morales, se convierte en un ser humano real. Sin embargo, antes de esto, puede llegar un momento en el cual es, metafóricamente hablando, un toro; cuando crece en avaricia y maldad, se convierte en perro, desapareciendo la primera existencia y dando origen a otra correspondiente a la calidad de sus acciones. Todas estas “metamorfosis”, sin embargo, ocurren en esta misma vida. Este tipo de creencias no se oponen a las enseñanzas de los Evangelios.
He dicho ya que Buda cree también en la existencia del Diablo, y que cree igualmente en el cielo y el infierno, en los ángeles y en el Día del Juicio. La acusación de que Buda no creía en Dios es una pura invención. Sin embargo, Buda no creía en Vedanta22 ni en los dioses corpóreos de los hindúes. Critica profundamente los Vedas y no cree en la verdad de los Vedas existentes, pues los considera corruptos e interpolados. El período durante el cual fue hindú y seguidor de los Vedas lo considera como el período de nacimiento malo. Señala, por ejemplo, que durante un tiempo fue un simio; después, fue elefante durante una época; más tarde, ciervo, y perro; cuatro veces serpiente, después gorrión, y rana; dos veces pez; diez, tigre; cuatro, ave de corral; dos veces cerdo y una vez liebre. Cuando era liebre, solía enseñar a los monos, los chacales y los perros de aguas. Dice igualmente que fue una vez espíritu, una vez mujer y una vez un diablo bailarín. Todos estos datos intentan señalar las fases de una vida llena de cobardía, de afeminamiento, impureza, salvajismo, libertinaje, gula y superstición. Parece que, de hecho, sus confesiones pertenecen a la época en que era seguidor de los Vedas ya que, una vez abandonados estos últimos, no da señal alguna de que persistiera en él ningún tipo de vida malvada.
Realiza, por el contrario, importantes afirmaciones. Dice que se había convertido en una manifestación de Dios y que había alcanzado el Nirwana23. Buda declara igualmente que el hombre que abandona el mundo llevándose con él acciones malvadas es lanzado al infierno, y que los centinelas del infierno lo arrastran hacia el Guardia del Infierno, llamado Yamah, preguntándose entonces al condenado si no había visto a los Cinco Mensajeros que habían sido enviados para advertirle:
i. | La Niñez, |
ii. | La Edad Adulta, |
iii. | La Enfermedad, |
iv. | El Castigo por los propios pecados en esta misma vida como prueba del castigo en el más allá |
v. | Los Cadáveres que nos recuerdan la naturaleza transitoria de este mundo. |
El condenado contesta entonces que fue un necio por no haber pensado en ninguna de estas cosas. Entonces los Guardianes del Infierno lo arrastran al lugar del castigo y lo sujetan con cadenas de hierro al rojo vivo. Buda, además, afirma que el infierno tiene varias zonas a las que serán lanzados los pecadores de diferentes categorías. En una palabra, toda esta enseñanza es un claro exponente de que la religión budista debe mucho a la influencia y ejemplo personal de Jesús.
No me propongo continuar con esta exposición y termino aquí esta sección, ya que la profecía sobre la venida de Jesús a este país ha sido expuesta claramente en la literatura budista. Tampoco puede negarse que las parábolas y la enseñanza moral de los Evangelios se encuentran sin duda alguna en los libros budistas compilados en la época de Jesús. Por tanto, la prueba que nos habíamos propuesto encontrar en los libros budistas ha quedado totalmente demostrada, gracias al Dios Todopoderoso.
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Notas a pie de página
- Budismo, de Sir M. M. Williams, página 23
- Véase apéndice, extractos 1, 2, 3, 4 y 5 (Editores)
- Véase Budismo Chino por Edkins, Buda por Oldenberg, traducido por W. Hocy, y La Vida de Buda, traducido por Rockhill (Autor)
- Véase Apéndice, extracto 2. (Editores)
- Véase Apéndice.
- Véase Apéndice, extracto 2. (Editores)
- Véase Apéndice, extracto 1, 2, 3 y 4. (Editores
- P. Oldenberg, 191, 192 (Editores)
- Véase Apéndice, extracto 2. (Editores)
- Según Oldenberg, se pronuncia Cakkavatti Suttanta. Véase Apéndice, extracto 5. (Editores)
- Véase Apéndice, extracto 5. (Editores)
- El sentido de la cita es correcto, pero parece que existe una errata en la primera edición. Léase 49:10 en lugar de 3: 10. (Editores)
- Véase Apéndice, extracto 6. (Editores)
- Véase Apéndice, extracto 7. (Editores)
- Véase páginas 169 y 223 de este libro. (Autor)
- Véase Apéndice, extracto 2. (Editores)
- Véase Apéndice, extracto 8. (Editores)
- También conocido como Rahula. Véase Apéndice, extracto 5. (Editores)
- Véase Apéndice, extracto 9. (Editores)
- Véase Apéndice, extracto 3. (Editores)
- En la literatura budista se encuentran los relatos de los anteriores nacimientos de Buda. (Editores)
- El concepto y filosofía védicos de lo divino. (Editores)
- Según la enseñanza budista, Nirvana es el estado de felicidad completa que se adquiere cuando el alma se libra de todos los sufrimientos y queda impregnado del espíritu supremo. (Editores)