En este caso, cabría preguntarse cómo podemos estar seguros de que Dios es Quien responde a esas plegarias; por qué no podemos decir que los resultados que surgen de la oración se deben al azar, ya que en ocasiones las plegarias parecen cumplirse y en otras no. Si todas las oraciones fuesen eficaces, se podría argumentar lo mismo; sin embargo, utilizando el ejemplo de ciertas súplicas, ¿cómo se puede llegar a la conclusión de que son cumplidas por una deidad, en lugar de ser consecuencia de acontecimientos aleatorios? La respuesta a esta pregunta es que, en verdad, la aceptación de la oración va acompañada de signos. Nuestro maestro, Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadian, el Mesías Prometido y Mahdi^as propuso la siguiente prueba como prueba de la existencia de Dios Todopoderoso. Sugirió que se seleccionara un grupo de pacientes que sufrieran una enfermedad grave y se dividiera en grupos. Un grupo de pacientes debería ser tratado y atendido por médicos, mientras que él rezaría por el segundo grupo y así se podría ver qué pacientes se recuperaban mejor. ¿Qué duda cabe de semejante prueba? Así, en una ocasión rezó por la víctima de la mordedura de un perro que había contraído la rabia. Los médicos de Kasauli¹ se negaron a tratarlo y declararon por escrito que su estado era incurable. Sin embargo, gracias a las oraciones del Mesías Prometido recobró la salud, a pesar de que las personas que son mordidas por un perro rabioso y han empezado a manifestar signos de locura rara vez se recuperan de ello. Así pues, la aceptación de la oración es una prueba de que existe un ser que responde a las plegarias. Además, este fenómeno no se limita a una época determinada, sino que se pueden observar casos de este tipo en todas las épocas. La oración se cumple hoy igual que en el pasado.