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La Compilación del Sagrado Corán

La compilación del Corán

En la primera parte de esta Introducción se ha demostrado que no se ha conservado intacto el texto de ninguna de las Sagradas Escrituras que se proclama que fueron reveladas antes que el Corán. Todas han sido alteradas hasta tal punto que a un buscador sincero de la verdad le resulta imposible adoptar cualquiera de ellas como guía práctica para una conducta correcta. En contraste con esto, el texto del Corán se ha conservado intacto y cada palabra ha llegado hasta nosotros tan libre de interferencias e interpolaciones como cuando fue revelado al Santo Profeta hace mil trescientos años.

El Corán comenzó a revelarse al principio de la Misión del Santo Profeta. La primera revelación, que comprendía sólo unos pocos versos, fue recibida por él en la Cueva de Hira. A partir de entonces, la revelación continuó hasta su muerte. Por lo tanto, el período total durante el cual se reveló el Corán completo fue de veintitrés años. Sabemos, por el testimonio de sus contemporáneos, que al principio la revelación llegaba al Profeta a intervalos y en pequeñas porciones, pero con el paso del tiempo creció tanto en volumen como en frecuencia, hasta que en los últimos años de su vida se convirtió en un flujo casi continuo. Esto se debió, entre otras razones, a que las enseñanzas contenidas en esta revelación eran totalmente nuevas y no era fácil para la gente captar todo su significado. Por eso, al principio, el Corán se reveló en pequeñas porciones. Pero cuando se comprendieron los principios básicos del islam y resultó relativamente fácil para la gente entender las enseñanzas y los temas tratados en el Corán, la revelación comenzó a llegar más rápidamente y en mayor volumen. El objetivo era que todos los musulmanes pudieran comprender plenamente las enseñanzas del Corán. Otra razón era que al principio el número de musulmanes era muy reducido y, como Dios quería que el texto del Corán se conservara escrupulosamente y no se pusiera en duda, al principio sólo se revelaban pequeñas porciones a la vez y siempre había un intervalo, a veces de varios meses, entre la revelación de un grupo de versículos y el siguiente. De este modo, los pocos musulmanes podían memorizar toda la revelación, de modo que la cuestión de la conservación del texto quedaba fuera de toda duda. Cuando el número de musulmanes empezó a aumentar y la salvaguarda y conservación del texto del Corán se hizo más fácil, la revelación empezó a llegar más rápidamente. Hacia el final de la vida del Santo Profeta, el número de musulmanes superaba los cien mil y la memorización del Corán se hizo muy fácil. En ese momento la revelación llegó aún más rápido. Gracias a este plan divino, la pureza del texto del Corán quedó fuera de toda duda.

Durante el califato de ‘Uthman se enviaron siete copias del Corán a diferentes partes del mundo musulmán y se convirtieron en los textos estándar a partir de los cuales se hicieron otras copias y, desde entonces, en cada generación cientos de miles de personas han tenido la costumbre de memorizar todo el texto del Corán. Ni siquiera los enemigos más acérrimos del islam alegan que se haya producido interferencia alguna en el texto del Corán desde la época de ‘Uthman. Quienes pretenden poner en duda la pureza del texto del Corán dirigen sus críticas al periodo comprendido entre la muerte del Santo Profeta y el califato de ‘Uthman.

Cada vez que se revelaba alguna parte del Corán al Santo Profeta, éste solía memorizarla y, como recitaba continuamente el Corán de un extremo a otro, siempre llevaba en su memoria la totalidad del Corán revelado. Además de esto, se adoptaron los siguientes métodos para salvaguardar y preservar intacto el texto del Corán:

Métodos adoptados para salvaguardar el texto del Corán

(1) Tan pronto como el Santo Profeta recibía una revelación, la registraba por escrito a partir de su dictado. Se sabe que el Santo Profeta empleó a varias personas para este fin. Las tradiciones mencionan los nombres de las quince personas siguientes1:

  1. Zayd bin Thabit.
  2. Ubayy bin Ka’b.
  3. ‘Abdul’lah bin Sa’d bin Abi Sarah.
  4. Zubayr bin al-‘Awwam.
  5. Jalid bin Sa’id bin al-‘As.
  6. Aban bin Sa’id bin al-‘As.
  7. Hanzalah bin ar-Rabi’ al-Asadi.
  8. Mu’ayqib ibn Abi Fatimah.
  9. Abdul’lah ibn Arqam az-Zuhri.
  10. Shurahbil bin Hasanah.
  11. ‘Abdul’lah bin Rawahah.
  12. Abu Bakr.
  13. ‘Umar.
  14. ‘Uthman.
  15. ‘Ali

Cada vez que el Santo Profeta recibía una revelación, mandaba llamar a una de estas personas y le dictaba el texto de la revelación que había recibido.

(2) Como es bien sabido, las cinco oraciones congregacionales diarias son obligatorias para todo musulmán y en cada una de ellas debe recitarse una porción del Corán para que todo musulmán sepa de memoria alguna porción del Corán. Si cada cien de los Compañeros del Profeta, que eran más de cien mil, hubieran aprendido de memoria todo el Corán, el Corán entero se habría conservado mil veces en la memoria de sus Compañeros.

(3) Toda la Ley, doctrina, filosofía, preceptos morales y demás enseñanzas del islam están contenidas en el Corán. La construcción y el fomento de una nación requieren la ayuda de todos ellos. El Santo Profeta solía formar a los musulmanes para el desempeño de los múltiples deberes y funciones implicados en la construcción y dirección de una comunidad civilizada y culta. Por ejemplo, se necesitaban jueces, juristas, expositores de doctrina y aquellos que explicaban los mandatos legales y morales del islam, y estas personas no podían desempeñar adecuadamente sus funciones a menos que hubieran aprendido el Corán de memoria. Todas estas personas, por lo tanto, tenían la necesidad de memorizar el Corán entero.

(4) El Santo Profeta solía insistir siempre en el mérito de memorizar el Corán, hasta el punto de que se dice que dijo que si una persona memorizaba el Corán se salvaría del tormento del Infierno. Dios había bendecido al Santo Profeta con Compañeros que siempre estaban deseosos de adquirir méritos en todos los sentidos, de modo que cuando hizo este anuncio, un gran número de ellos comenzó a memorizar el Corán, incluso aquellos cuya enunciación no era muy clara y que no eran hombres de ninguna erudición. El Imam Ahmad bin Hanbal ha relatado bajo la autoridad de ‘Abdul’lah bin ‘Umar que un hombre se acercó al Santo Profeta y le dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah! Memorizo el Corán pero mi mente no capta todo su significado”. Esto demuestra que no sólo los sabios, sino también la gente común, tenían la costumbre de memorizar el Corán. Otra tradición, relatada por el Imam Ahmad bin Hanbal con la misma autoridad, afirma que un hombre llevó a su hijo al Santo Profeta y le dijo: “¡Oh Mensajero de Al’lah! este hijo mío recita el Corán todo el día y pasa la noche durmiendo”. El Santo Profeta observó: “Entonces, ¿dónde está el motivo para que te preocupes? Tu hijo pasa el día en el recuerdo de Dios y en vez de cometer alguna transgresión por la noche la pasa en un sueño reparador.” Esto demuestra que incluso la gente común que vivía lejos del Santo Profeta había iniciado la práctica de memorizar el Corán.

Instructores del Corán

(5) A medida que aumentaba el afán de la gente por memorizar el Corán, el Santo Profeta nombró a cuatro maestros principales del Corán que solían memorizarlo bajo la supervisión del Santo Profeta y luego enseñaban a otras personas a memorizarlo. Estos cuatro a su vez entrenaron a un número de otras personas que se hicieron competentes para enseñar el Corán. Estos cuatro eran

  1. ‘Abdul’lah bin Mas’ud.
  2. Salim Maula Abi Hudhayfah.
  3. Mu’adh bin Yabal.
  4. Ubayy bin Ka’b.

Los dos primeros eran mecanos que habían emigrado a Medina y los dos últimos eran ansaríes. ‘Abdul’lah bin Mas’ud solía ocuparse como jornalero, Salim era un esclavo liberado, y Mu’adh y Ubayy eran dos de los hombres principales de Medina. Así, el Santo Profeta nombró maestros del Corán de entre diferentes sectores para que nadie tuviera ninguna dificultad en acercarse a ellos y aprender de ellos. El Santo Profeta solía decir:

“Aquellos de vosotros que deseen aprender el Corán deben aprenderlo de ‘Abdul’lah bin Mas’ud, Salim Maula Abi Hudhayfah, Mu’adh bin Jabal o Ubayy bin Ka’b.”2

Estos cuatro habían aprendido todo el Corán bajo la supervisión del Santo Profeta. Pero muchos otros Compañeros del Santo Profeta también habían aprendido partes directamente de él. Se cuenta que en una ocasión, cuando ‘Abdul’lah bin Mas’ud estaba recitando el Corán, ‘Umar señaló que cierta palabra debía pronunciarse de una manera determinada. Abdul’lah bin Mas’ud protestó que el Santo Profeta le había enseñado a pronunciarla de la manera en que él la había pronunciado. ‘Umar le llevó ante el Santo Profeta y se quejó de que no recitaba el Corán correctamente. El Santo Profeta le pidió que recitara la parte sobre la que había una diferencia de opinión entre los dos y cuando la recitó, el Profeta dijo que estaba en lo cierto. Entonces ‘Umar afirmó que el Profeta le había enseñado a pronunciar la palabra de forma diferente. El Profeta le pidió entonces que recitara el versículo y, cuando lo hizo, le dijo que eso también era correcto.

Esto demuestra que, además de los cuatro compañeros a los que el Santo Profeta enseñaba todo el Corán, había otros que aprendían partes de él.

El hecho de que ‘Umar dijera que le habían enseñado a pronunciar una palabra determinada de una forma concreta demuestra que él también solía aprender partes del Corán del propio Profeta.

La diferencia que surgió entre ‘Umar y ‘Abdul’lah bin Mas’ud no se refería a ninguna variación en el texto del Corán. Se refería únicamente a un punto vocálico. Los puntos vocálicos son una peculiaridad de la lengua árabe y, en el caso de ciertos verbos, una variación con respecto a los puntos vocálicos es permisible y no afecta al significado. Por ejemplo, en algunos casos se permite una lectura tanto con “a” como con “i”, ya sea como lectura alternativa general o como práctica tribal o familiar. Pero el significado en cada caso es el mismo. El Santo Profeta, reconociendo tales prácticas, dio permiso bajo dispensa divina para la adopción de enunciaciones alternativas, ya que esto no tenía el efecto de alterar el significado o sentido de las palabras. Como las personas que no hablan árabe no están familiarizadas con esta peculiaridad de la lengua árabe, son propensas a caer en la idea errónea de que tales enunciaciones alternativas equivalen a variaciones en el texto y que el Santo Profeta tenía la costumbre de enseñar ciertos versos del Corán de una manera a una persona y de una manera diferente a otra. De hecho, nunca ocurrió nada parecido. Las variaciones que se han convertido en el tema de discusión no eran variaciones del texto de un versículo, ni siquiera variaciones de una palabra. Todos eran casos de enunciación de puntos vocálicos que no alteraban en modo alguno el sentido o significado de una palabra. La única diferencia era que, a algunas tribus o familias, acostumbradas a pronunciar ciertos verbos en determinadas declinaciones de una manera determinada, se les permitía hacerlo.

Recitadores del Corán

Además de los cuatro principales maestros del Corán que habían sido formados por el propio Santo Profeta, había otros recitadores muy conocidos que habían aprendido de memoria todo el Corán. Entre ellos se encontraban:

(1) Zayd bin Thabit, que también fue uno de los registradores de la revelación.

(2) Abu Zayd Qays bin As-Sakan, un Ansari, que pertenecía a los Banu Najjar, que era la tribu de la madre del Profeta.3

(3) Abu Darda’ Ansari.4

(4) Abu Bakr, de quien también se cuenta que desde el principio tenía la costumbre de memorizar el Corán.

(5) ‘Ali no sólo se sabía el Corán de memoria, sino que poco después de la muerte del Santo Profeta se comprometió a ordenar el Corán en el orden en que había sido revelado.

(6) Nasa’i relata que ‘Abdul’lah bin ‘Umar también sabía el Corán de memoria y solía recitarlo entero en el transcurso de una noche. Cuando el Santo Profeta se enteró de esto, le dijo que completara la recitación en el transcurso de un mes y que no intentara recitar todo el Corán en una noche, ya que esto podría resultar pesado para él.

(7) Abu ‘Ubayd cuenta que de los Muhayirin (Emigrantes), los siguientes habían memorizado el Corán:

Abu Bakr, ‘Umar, ‘Uthman, ‘Ali, Talhah, Sa’d bin Mas’ud, Hudhayfah, Salim, Abu Hurayrah, ‘Abdul’lah bin Sa’ib, ‘Abdul’lah bin Umar y ‘Abdul’lah bin ‘Abbas. Y de las mujeres

Ayesha, Hafsah y Ummi Salamah.

La mayoría de ellas habían memorizado el Corán en vida del Profeta y algunas después de su muerte. Ibn Abi Dawud relata en su libro Ash-Shariah que Tamim bin Aws ad-Dari y ‘Uqbah bin ‘Amir, de entre los muhayirin, también habían memorizado el Corán. Otros historiadores incluyen en esta lista a ‘Amr bin al-‘As y Abu Musa Ash’ari.

De entre los Ansar, los que eran conocidos por haber memorizado el Corán eran:

‘Ubadah bin Samit, Mu’adh, Majma’ bin Harithah, Fudalah bin ‘Ubayd, Maslamah bin Mukhallad, Abu Darda’, Abu Zayd, Zayd bin Thabit, Ubayy bin Ka’b, Sa’d bin ‘Ubadah, y Ummi Waraqah.

El Corán memorizado

En realidad, es bien sabido que un gran número de compañeros del Santo Profeta habían memorizado el Corán. Como se ha relatado en la parte biográfica con referencia al incidente de Bi’r Ma’unah, el Santo Profeta en el cuarto año de la Hiyra envió a setenta de sus Compañeros como instructores para ciertas tribus y cada uno de ellos sabía el Corán de memoria.

Los que habían memorizado el Corán pasaban la mayor parte del tiempo recitándolo a los demás a cualquier hora del día y de la noche. Hafiz Abu Ya’la cuenta que el Santo Profeta fue informado en una ocasión de que Abu Musa estaba instruyendo a la gente en la recitación del Corán en su casa. El Profeta pidió que se le condujera a algún lugar de la casa donde pudiera escuchar a Abu Musa sin que su presencia fuera conocida por todos los presentes. Fue conducido a tal lugar y habiendo oído a Abu Musa recitar el Corán, aprobó su recitación y se sintió muy complacido con ella y observó:

“Recita el Corán a la bella manera del Profeta David”5

Esto demuestra que el Santo Profeta se esmeraba en supervisar la recitación del Corán por personas distintas de las cuatro que había designado como principales maestros del Corán y se preocupaba de que no se deslizara ningún error en su recitación.

El Imam Ahmad Hanbal relata de la autoridad de Yabir bin ‘Abdul’lah que en una ocasión cuando el Santo Profeta llegó a la mezquita encontró a gente recitando el Corán y dijo:

“Recitad el Corán y recitadlo bien y esforzaos por ganar la complacencia de Dios a través de él, antes de que llegue el momento en que la gente recite el Corán correctamente, pero con el objeto de convertirlo en un medio para ganarse la vida en lugar de un medio para la purificación de sus corazones.”6

Yabir bin ‘Abdul’lah relata que la compañía que se dedicó a la recitación del Corán en esta ocasión comprendía no sólo a los Muhayirin y los Ansar, sino también a los habitantes del desierto y a los no árabes.

Los que habían llegado a ser competentes para recitar el Corán durante la vida del Santo Profeta podían contarse por miles. Inmediatamente después de la muerte del Santo Profeta, cuando Musaylimah declaró la guerra y marchó contra Medina al frente de cien mil guerreros, Abu Bakr envió a Jalid bin Walid al mando de trece mil soldados para oponerse a él. Como entre ellos había muchos que acababan de aceptar el islam y aún no se habían imbuido de su espíritu ni de sus tradiciones, las fuerzas musulmanas se vieron obligadas a retroceder en varios puntos. En esta coyuntura, algunos de los Compañeros del Santo Profeta que conocían el Corán de memoria sugirieron que todos aquellos del ejército que conocieran el Corán de memoria formaran una fuerza separada y fueran enviados a oponerse a los hombres de Musaylimah. Se pensó que como estas personas apreciaban el verdadero valor del islam y la necesidad de salvaguardarlo con sus vidas, su celo y devoción prevalecerían frente a un número mucho mayor de enemigos. Jalid bin Walid aceptó esta sugerencia y formó una fuerza especial de aquellos que conocían el Corán de memoria. Eran tres mil. Esta fuerza atacó al ejército de Musaylimah con tal vehemencia que se vio obligado a retirarse y finalmente fue asediado y destruido. En aquella ocasión, estos tres mil hombres eligieron como lema: “Oh, los que os sabéis de memoria la sura al-Baqarah” (se mencionó la sura al-Baqarah porque es el capítulo más largo del Corán). Quinientos de esta fuerza especial de tres mil hombres murieron en esta batalla. Dice Sir William Muir:

“La matanza entre los ‘Lectores’ (los que tenían el Corán de memoria) fue tan grande que dio a ‘Umar la primera idea de recoger el Texto Sagrado para que no se perdiera ninguna parte”.7

Así pues, en la época del Profeta, el Corán se escribía, se memorizaba y se recitaba constantemente, y miles de personas lo conocían de memoria, aunque aún no se había recopilado en un volumen.

El Corán recompilado en un volumen

Cuando se descubrió que quinientos de los recitadores del Corán habían muerto en la batalla contra el ejército de Musaylimah, ‘Umar sugirió a Abu Bakr (que era entonces el Jalifa) que si los que tenían el Corán de memoria empezaban a perderse en batallas en tan gran número, la salvaguarda de la pureza de su texto se haría difícil y que, por tanto, había llegado el momento de recopilar todo el Corán en un volumen. Abu Bakr al principio se mostró reticente pero finalmente aceptó la sugerencia y nombró a Zayd bin Thabit, uno de los que solían grabar el Corán al dictado del Santo Profeta, para que recopilara el texto del Corán en un volumen y nombró a destacados compañeros del Santo Profeta para que le ayudaran en la tarea. Abu Bakr ordenó que el texto del Corán se recopilara a partir de sus fragmentos grabados y que la exactitud del texto fuera certificada por dos personas que conocieran todo el Corán de memoria. Esta tarea se llevó a cabo pronto y se reunió un texto escrito de todo el Corán en un volumen, cuya exactitud fue certificada por quienes lo conocían de memoria. Sobre la base de estos hechos, ¿puede haber el menor motivo para sugerir que entre la muerte del Santo Profeta y la compilación del Corán en un volumen bajo la dirección de Abu Bakr y la supervisión de Zayd bin Thabit se hubieran producido variaciones en el texto del Corán? ¿Puede sugerirse razonablemente que podría surgir alguna dificultad en la compilación en un volumen de un Libro que se recitaba continuamente cada día por un gran número de personas, cuyo texto completo solía recitarse de principio a fin en el transcurso del mes de Ramadán por personas que lo habían memorizado a los musulmanes reunidos en oraciones congregacionales, La congregación misma contenía un gran número de personas que lo sabían de memoria, y que había sido reducido a la escritura al dictado del propio Santo Profeta a medida que la revelación se recibía de vez en cuando, más especialmente cuando la tarea de compilación se encomendó a una persona que era uno de los registradores del Corán y lo había memorizado en su totalidad. Si el volumen compilado contuviera una sola variación del texto dictado por el Santo Profeta y memorizado bajo su supervisión por un gran número de personas, se habría detectado y corregido de inmediato. La autenticidad y exactitud del texto del Corán quedan así establecidas con la evidencia más segura e irrefutable. La exactitud del texto de ningún otro escrito en el mundo está tan por encima de la posibilidad de duda como la del Corán.

Copias estandarizadas del Corán

Durante la época de ‘Uthman se empezaron a recibir quejas de que diferentes tribus enunciaban ciertas palabras del Corán a su manera peculiar y que, como resultado de ello, los no musulmanes que oían estas palabras enunciadas de forma diferente caían en la idea errónea de que había variaciones en el texto del Corán. Ya se ha explicado que estas variaciones eran el resultado de prácticas tribales o familiares y no tenían nada que ver con ninguna variación en el texto ni afectaban al significado de ninguna palabra. Sin embargo, ‘Uthman pensó que era prudente prohibir todas las variaciones, incluso en la pronunciación de las vocales. Hizo preparar copias del texto que se había recopilado en la época de Abu Bakr y las envió a diferentes partes de los dominios musulmanes y ordenó que no se permitiera ninguna variación en la recitación del Corán con respecto al texto estándar, aunque sólo fuera en la enunciación de los puntos vocálicos. En la época del Santo Profeta, la vida social de los árabes se basaba en sus divisiones tribales; cada tribu llevaba una existencia separada e independiente de las demás. En su habla estaban acostumbrados a pronunciar ciertas palabras de acuerdo con su propia práctica. Cuando aceptaron el islam, se unieron en una sociedad culta y el árabe se convirtió de inmediato en el vehículo de esa cultura. La alfabetización se extendió muy rápidamente entre los árabes y a cada uno de ellos le resultó muy fácil adoptar la correcta enunciación literaria de cada palabra árabe. La lengua de La Meca se convirtió en la norma. En la época de ‘Uthman, por tanto, ya no había justificación alguna para las variaciones en la pronunciación de los puntos vocálicos de acuerdo con las prácticas tribales en la recitación del Corán, sobre todo cuando tales variaciones podían inducir a error a los no árabes. Esta acción tan prudente y oportuna de ‘Uthman ha servido de base a los escritores no musulmanes para acusarle de haber introducido cambios en el Corán o de que las copias del Corán promulgadas por él diferían de algún modo del texto estándar o del texto revelado al Santo Profeta. Estos autores se imaginan que han descubierto una potente arma para atacar la exactitud del texto del Corán, pero quienes conocen la lengua árabe y la historia de la compilación del Corán se limitan a sonreír ante la falta de inteligencia que delatan.

Por tanto, no cabe duda de que el texto del Corán promulgado por ‘Uthman era exactamente el mismo que el revelado al Santo Profeta. Menos aún cabe dudar de que el texto del Corán haya permanecido absolutamente puro e incorrupto desde que ‘Uthman envió copias del texto estándar a diferentes partes de los dominios musulmanes. A su vez, estas copias se multiplicaron tan amplia y rápidamente que muy pronto casi todos los musulmanes alfabetizados poseían su propia copia del Corán. Está documentado que unos años más tarde, durante la lucha entre ‘Ali y Mu’awiyyah, los soldados del ejército de este último ataron en una ocasión ejemplares del Corán a las puntas de sus lanzas y proclamaron que el Corán debía decidir entre las dos facciones enfrentadas (El Califato). Esto demuestra que en aquella época era habitual que cada musulmán poseyera su propio ejemplar.

Continuación de la práctica de memorizar el Corán

La recitación, la copia y la publicación del Corán siempre se han considerado actos de gran mérito espiritual en el islam. La historia nos cuenta que grandes divinos musulmanes e incluso monarcas musulmanes solían dedicarse a copiar el texto del Corán. Incluso en un país no árabe como la India, siglos después de la época del Santo Profeta, cuando los musulmanes habían adoptado en muchos aspectos las costumbres y prácticas hindúes, el gran emperador mogol Aurangzeb dedicaba sus horas de ocio a copiar el texto del Corán. Se dice que llegó a escribir de su puño y letra siete copias completas.

La práctica de memorizar el Corán no se limitaba a la época del Santo Profeta o de los primeros califas. Incluso después de que las copias escritas del Corán empezaran a multiplicarse y a estar fácilmente disponibles, un gran número de musulmanes lo memorizaba en todas las épocas. Una estimación modesta es que entre cien y doscientos mil musulmanes han aprendido el Corán de memoria durante todos los períodos de la historia musulmana y, a veces, el número de estas personas era muy superior a esta estimación. Los escritores europeos, desconocedores de los sentimientos de los musulmanes y del grado de amor y devoción que el Corán inspira en sus corazones, se resisten a creer que la pureza y exactitud del texto del Corán hayan sido salvaguardadas por los musulmanes de esta manera. Consideran que la historia no registra el caso de una sola persona que haya aprendido toda la Biblia de memoria y, por lo tanto, les parece increíble que el texto completo del Corán haya sido memorizado por un gran número de personas en cada generación. Sin embargo, hay que recordar que una de las características más destacadas del Corán es que su lenguaje es muy rítmico y se presta muy fácilmente a la memorización. El hijo mayor del escritor, Mirza Nasir Ahmad, que es licenciado con honores por la Universidad del Punjab y máster por la Universidad de Oxford, se aprendió de memoria todo el Corán antes de comenzar sus estudios seculares. En un pequeño lugar como Qadian, dos médicos y varios licenciados se saben el Corán de memoria. Uno de estos dos médicos memorizó todo el Corán en cuatro o cinco meses. El padre de Sir Zafrul’lah Khan, juez del Tribunal Federal de la India, memorizó el Corán en el espacio de unos pocos meses después de haber alcanzado la edad de cincuenta años. Hafiz Ghulam Muhammad, que fue misionero de nuestro movimiento en Mauricio, memorizó el Corán en tres meses. Cuando el escritor fue en peregrinación a La Meca, se encontró con el nieto de Munshi Muhammad Yamal-ud-Din Khan (que había sido durante varios años Ministro en el Estado de Bhopal) y le dijo al escritor que había logrado memorizar el Corán en un mes. Estos casos demuestran que el texto del Corán está redactado en un lenguaje que se presta fácilmente a la memorización. Personas muy ancianas le han contado al escritor que Mirza Gul Muhammad, bisabuelo del Fundador del Movimiento Áhmadi, que vivió en tiempos del emperador mogol Alamgir II, solía tener en su corte a quinientas personas que se sabían todo el Corán de memoria. Mirza Gul Muhammad era un cacique que ejercía su autoridad sobre un territorio de sólo doscientas cincuenta millas cuadradas. En algunas partes de la India, un país donde la lengua árabe no está muy extendida, la mayoría de los musulmanes han aprendido el Corán de memoria a lo largo de los siglos.

Uno de los métodos adoptados por los musulmanes para salvaguardar la pureza del texto del Corán, y que se ha aplicado durante siglos, es animar a los niños ciegos de nacimiento o que pierden la vista durante la infancia a memorizar el Corán. Esto se hace con la idea de que, como una persona ciega no es competente para adoptar una ocupación normal, puede hacer valer su discapacidad convirtiéndose en guardián del texto del Corán. Esta práctica es tan común que en la India a un musulmán ciego se le da indiscriminadamente el título de cortesía de Hafiz (es decir, el guardián), lo que significa una persona que se ha convertido en el guardián del texto del Corán mediante su memorización.

Durante el mes de Ramadán, en las principales mezquitas del mundo se recita en voz alta todo el Corán durante la oración colectiva. El imán recita el Corán y otro hafiz se sitúa inmediatamente detrás de él y vigila la exactitud de la recitación, dando indicaciones al imán cuando es necesario. Así se recita de memoria todo el Corán durante el mes de Ramadán en cientos y miles de mezquitas de todo el mundo.

Estos son los diversos dispositivos y precauciones adoptados por los musulmanes para salvaguardar la pureza y exactitud del texto del Corán, con el resultado de que incluso los enemigos más acérrimos del islam han tenido que admitir que el texto del Corán ha estado plenamente salvaguardado desde la época del Santo Profeta. Por lo tanto, se puede afirmar con la mayor seguridad que el Corán existe hoy exactamente como el Santo Profeta lo entregó al mundo. A continuación, exponemos el testimonio de algunos escritores occidentales en este sentido:

Sir William Muir, en su obra La vida de Mahoma (p. xxviii), resume su conclusión al respecto de la siguiente manera:

Lo que tenemos, aunque posiblemente corregido por él mismo, sigue siendo suyo…

Podemos, con la mayor presunción, afirmar que cada versículo del Corán es la composición genuina e inalterada del propio Mahoma8.

Por lo demás, existe toda seguridad, interna y externa, de que poseemos el texto que el propio Mahoma expuso y utilizó”.9

Y de nuevo:

“…y concluimos, al menos con una aproximación al veredicto de Von Hammer, que consideramos que el Corán es con tanta certeza la palabra de Mahoma como los mahometanos la consideran la palabra de Dios”.10

dice Noldeke:

Puede haber ligeros errores clericales, pero el Corán de ‘Uthman sólo contiene elementos genuinos, aunque a veces en un orden muy extraño. Los esfuerzos de los eruditos europeos por demostrar la existencia de interpolaciones posteriores en el Corán han fracasado11.

Ordenación de capítulos y versículos

A veces se afirma que la disposición de los capítulos del Corán es obra de ‘Uthman. Esto no es cierto. Es bien sabido que el Santo Profeta solía recitar todo el Corán en Ramadán y que algunos de sus compañeros también lo hacían. También se menciona en las tradiciones que el Santo Profeta solía recitar todo el Corán al ángel Gabriel durante el mes de Ramadán.12 Un no musulmán puede no estar dispuesto a aceptar esta última afirmación, pero está fuera de toda duda que el Santo Profeta solía recitar el Corán y debe haberlo hecho de acuerdo con algún arreglo.

Tras la muerte del Santo Profeta, ‘Ali no llamó a Abu Bakr (que había sido elegido Califa) durante algún tiempo. Abu Bakr le mandó llamar y le preguntó si estaba disgustado con su elección como Jalifa. ‘Ali respondió que no, pero que había estado ocupado en copiar el Corán en el orden en que había sido revelado, ya que había resuelto en el momento de la muerte del Profeta que asumiría este deber. Esto también demuestra que en la época del Santo Profeta el Corán solía recitarse en un orden determinado y que ese orden era diferente del orden en que había sido revelado. Por eso, ‘Ali decidió copiarlo en el orden en que había sido revelado, para que la historia conservara también ese orden. Hay tradiciones que relatan que cada vez que se revelaba un versículo o un grupo de versículos al Santo Profeta, éste mandaba llamar a uno de los grabadores y le ordenaba que grabara el versículo o los versículos indicando al mismo tiempo a qué capítulo y a qué lugar pertenecían. Esto demuestra que, en el momento de recibir una revelación, el Santo Profeta también era informado de a qué capítulo pertenecía el versículo o versículos revelados.

Sin embargo, la prueba más contundente a favor de la disposición adoptada en la compilación del Corán es la propia materia. Un estudio del Corán revela que la materia de cada capítulo está relacionada con la materia de los capítulos precedentes y siguientes. Si la disposición actual fue adoptada por ‘Uthman sólo en función de la longitud de cada capítulo, ¿cómo es que la disposición revela una continuidad de temas y asuntos? Por ejemplo, la sura al-Fatihah se reveló en La Meca y es el capítulo inicial del Corán. La sura al-Baqarah se reveló en Medina y sigue inmediatamente a la sura al-Fatihah, dejando fuera varios capítulos que se habían revelado durante el intervalo. Los escritores occidentales alegan que la sura al-Baqarah se ha colocado en primer lugar por ser el capítulo más largo del Corán. Para empezar, olvidan que el primer capítulo del Corán no es la sura al-Baqarah, sino la sura al-Fatihah, que es una sura muy corta de sólo siete versículos. Además, cuando leemos la sura al-Fatihah vemos que concluye con la oración “Guíanos por el buen camino”, y la sura al-Baqarah, que es el capítulo inmediatamente posterior, se abre con el versículo: “Éste es un Libro perfecto; no hay duda en él; es una guía para los justos”. Si se eligió la sura al-Baqarah para que siguiera a la sura al-Fatihah por el mero hecho de ser el capítulo más largo del Corán, ¿cómo es posible que su mismo versículo inicial proporcione una respuesta al versículo final del capítulo inmediatamente anterior, la sura al-Fatihah? La sura al-Fátihah concluye con una plegaria por la guía y la sura al-Báqara se abre con un versículo que apunta a la guía por la que se había rezado al final del capítulo anterior. No se trata de una mera coincidencia, ya que esta continuidad de temas y asuntos se encuentra en todo el Corán, a pesar de que a veces un capítulo revelado en La Meca sigue a otro revelado en Medina y viceversa. Esto demuestra que la disposición de los capítulos y los versículos del Corán se adoptó bajo dirección divina.

Se plantea entonces la cuestión de por qué la disposición adoptada en la compilación del Corán fue diferente del orden en que se revelaron sus versículos. La respuesta es que cuando el Corán fue revelado, las enseñanzas y doctrinas contenidas en él eran totalmente nuevas y desconocidas para los árabes. Sus mentes tenían que familiarizarse e impregnarse con el trasfondo de las doctrinas y enseñanzas islámicas a fin de prepararse para la recepción de los detalles de dichas enseñanzas y doctrinas. Las primeras revelaciones fueron, por lo tanto, presentadas en forma de breves capítulos que contenían enseñanzas fundamentales como la Unidad de Dios, la bondad y consideración hacia los pobres, la necesidad y los beneficios que se derivan de la adoración de Dios y Su recuerdo, y también profecías que indicaban qué tipo de oposición tendría que encontrar el Santo Profeta, cómo serían tratados los musulmanes, cómo progresaría el islam y cuál sería el final de sus enemigos y oponentes. A medida que aumentaba el número de musulmanes y el islam comenzaba a extenderse, también empezaron a revelarse los detalles de la ley y las enseñanzas islámicas. El orden en que el Corán fue revelado era, por lo tanto, el más adecuado para las necesidades de los tiempos en que fue revelado, pero una vez que la revelación estuvo completa y cientos de miles de personas la habían aceptado e incluso los no musulmanes habían tomado conciencia de su trasfondo, se hizo necesario presentar sus enseñanzas y doctrinas a musulmanes y no musulmanes desde un nuevo ángulo. Para satisfacer esta necesidad, el Santo Profeta siguió dando instrucciones bajo la guía divina sobre la disposición permanente del Corán para su uso en el futuro. Un milagro excepcional del Corán es que fue revelado en el orden que mejor se adaptaba a las necesidades de la época en la que fue revelado y que fue dispuesto para su uso permanente en el orden que mejor se adaptaba a las necesidades de los musulmanes en épocas posteriores. Que un libro se revelara en fragmentos a lo largo de veintitrés años en el orden más adecuado a las necesidades de ese periodo y que, al mismo tiempo, se plasmara en la forma más adecuada para las necesidades de épocas futuras fue un logro que sólo pudo alcanzarse bajo dirección divina.

La relación que existe entre el tema de un capítulo y el del capítulo siguiente se ha explicado en la nota preliminar que figura al principio de cada capítulo.

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Notas a pie de página

  1. Fath-ul-Bari, Vol.9, p.19
  2. Sahih-al-Muslim
  3. Fath-ul-Bari, Vol.9, p.49
  4. Sahih-al-Bujari
  5. Sahih-al-Muslim, Kitab-us-Salat
  6. Musnad Ahmad bin Hanbal, Vol.3
  7. El Califato
  8. La vida de Mahoma (p.xxviii)
  9. La Vida de Mahoma (p.xxvii)
  10. La Vida de Mahoma (p.xxviii)
  11. Enciclopedia Britannica 9ª edición, bajo la palabra "Corán"
  12. Sahih-ul-Bujari

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