Parte del libro “Introducción al Estudio del Sagrado Corán“
El esquema coránico del universo espiritual
Habiendo resumido brevemente las características de las enseñanzas coránicas, a continuación, queremos llamar la atención sobre el plan del universo espiritual que describe el Corán. Nuestra observación del universo material muestra que funciona en un sistema en el que varios planetas giran alrededor del sol, y el sol junto con todos sus planetas dependientes viaja hacia una meta respecto a la cual los matemáticos modernos alegan que es un centro con el que están relacionados varios sistemas solares. Tanto si estas especulaciones se basan en la realidad como si no, es innegable que todo el universo material se rige por un sistema; de lo contrario, habría acabado en el caos hace mucho tiempo. Este sistema se rige por un código de leyes que regulan las diferentes fases de la materia y, como resultado de ello, el universo está lleno de una gran variedad de sustancias y objetos materiales. El progreso y desarrollo del universo material dependen de la utilización y explotación de estas sustancias y objetos materiales. El Corán enseña que el universo espiritual también funciona bajo un sistema que gira alrededor de un Centro que todo lo abarca y que controla todo el universo. No hay nada en el universo que esté fuera o sea independiente del control de este Centro. Este Centro es un Ser Auto existente e Increado. No depende de nada más para cumplir Sus designios. No es engendrado ni engendra ni tiene un socio o asociado que comparta con Él Sus poderes o funciones. Esto se expone muy claramente en la sura al-Ijlas (cap. 112). En esa sura, Dios ordena al Santo Profeta que proclame que la verdad es que Dios es único en todos Sus poderes y atributos. En ocasiones uno puede descubrir una semejanza entre los atributos de una cosa o persona y algunos de los atributos de Dios, pero la semejanza es sólo aparente y superficial. Por ejemplo, decimos que Dios existe y puede decirse que los hombres, los animales y otras cosas también existen. La palabra empleada para expresar la idea de existencia es la misma en ambos casos, pero no significa la misma realidad en cada caso. Cuando decimos que Dios existe, queremos decir que Él es auto existente y perfecto en sí mismo y que no depende para su existencia de ningún otro ser o cosa. Pero cuando decimos que un hombre existe o que un animal existe o que alguna otra cosa existe, todo lo que queremos decir es que mientras continúen esas causas y condiciones cuya interacción resultó en la creación del hombre o del animal o de la cosa, continuarán existiendo; pero que, si esas causas y condiciones son eliminadas o son materialmente afectadas, el hombre y el animal y la cosa también dejarían de existir o serían materialmente afectados. Por ejemplo, se dice que un hombre está vivo mientras subsista la relación entre su alma y su cuerpo. Pero esta relación es temporal y terminable, y cuando se termina, el cuerpo humano sigue existiendo, pero no está vivo. Por otra parte, el cuerpo está compuesto por una multitud de átomos que adoptan una forma particular y entran en determinadas combinaciones bajo ciertas condiciones. Cuando estas combinaciones se disuelven, el cuerpo deja de existir como tal. Cuando se entierra un cadáver en la tierra, se producen en él ciertos cambios químicos y se descompone.
Los átomos que habían constituido el cuerpo humano siguen existiendo, pero las causas y condiciones que habían provocado su combinación en la forma del cuerpo se han alterado, y el cuerpo deja de existir. Lo mismo ocurre cuando el cuerpo se descompone por la acción del agua, del fuego o de la electricidad. Los átomos de materia que habían constituido el cuerpo siguen existiendo, pero adoptan nuevas formas y el cuerpo ya no puede conservar su forma ni su composición. Estas consideraciones no se aplican a Dios. No hay causas o condiciones externas que le hayan dado existencia o que ayuden a preservarla. Existe porque es perfecto y está por encima de las limitaciones del tiempo. Se afirma que el cerebro humano es incapaz de comprender cómo Dios puede existir por encima de las limitaciones del tiempo cuando toda la materia está sujeta a esas limitaciones. Pero la verdad es que Dios existe en un sentido diferente al que existe el hombre u otros seres o sustancias materiales y el parecido entre ambos en materia de existencia es sólo aparente y superficial. Dios es Único y no comparte ninguno de Sus atributos con ningún otro ser o cosa. En otro lugar el Corán dice que Dios es el Creador de los cielos y de la tierra. Ha creado al hombre y a los animales y todas las cosas en parejas y ha dispuesto el progreso del universo material por este medio.1. Esto significa que los hombres y los animales y los vegetales e incluso los sólidos han sido creados en parejas que pueden describirse como macho y hembra, o positivo y negativo o con cualquier otro nombre y que todo el universo avanza sobre la base de que todo ha sido creado en parejas. De nuevo, el Corán dice:
“Y de todo hemos creado parejas para que reflexionéis”2
Esto significa que el hombre, al contemplar todo en el universo y observar que todo ha sido creado en parejas, puede concluir que ninguna de estas cosas creadas puede ser Dios, pues, cada una de ellas es imperfecta en sí misma y puede continuar su existencia y realizar sus funciones adecuadamente sólo con la ayuda de una pareja.
En resumen, el Corán enseña que el Centro del universo es un Ser Único en Sí mismo y que ningún otro ser o cosa tiene semejanza real con Él. Todo el universo depende de algo para su continuidad y para el desempeño de sus funciones, pero el Ser que es el Centro de todo el universo no depende de ningún otro ser o cosa ni para Su existencia ni para la manifestación de Sus atributos. El Corán enseña que ese Ser no es engendrado ni engendra. Esto distingue las enseñanzas del Corán sobre este punto de las enseñanzas del cristianismo. El cristianismo, así como algunos otros credos arios, atribuyen a Dios el engendramiento de hijos. El Corán, en cambio, enseña que sólo necesitan hijos los seres dependientes o susceptibles de extinción. Puesto que Dios no es dependiente ni dejaría de existir, no necesita hijos. Puesto que es Auto existente, no tiene padre. Por lo tanto, Él es único en el sentido de que no es engendrado y no engendra y también es único en el sentido de que no hay otro ser que posea poderes y atributos similares. Es decir, Dios no fue creado ni engendra ni tiene par. Esta última enseñanza del Corán refuta la doctrina de la pluralidad de dioses que enseñan religiones como el zoroastrismo.
La sura al-Ijlas, en sus pocos y lacónicos versos, proclama que el Centro de todo el universo es Dios, que es un Ser Único. Él es la única fuente del universo y no depende de ningún otro ser o cosa para la manifestación de Sus atributos. No es engendrado ni engendra. No existe ningún poder paralelo que comparta Sus atributos con Él ni ningún otro ser que posea una posición rival en oposición a Él. Esta brevísima sura refuta en pocas y sencillas palabras los errores de las doctrinas de todas las demás religiones relativas al Ser Divino y proclama la perfecta Unidad de Dios.
Dios de todos los pueblos
Los seguidores de algunas religiones creen que Dios mantiene con ellos una relación peculiar de la que están excluidos todos los demás seres humanos. Creen que, aunque Dios es el Creador de todo el universo, es en un sentido especial el Dios de un pueblo en particular, por ejemplo, los israelitas, los hindúes o los zoroastrianos. El Corán rechaza esta doctrina y enseña que Dios no sólo es único en Su ser, sino que es la fuente de todo el universo. La palabra Al’lah que aparece en el primer versículo de la sura al-Ijlas significa único y también unidad, es decir, la fuente que está en sí misma fuera de los números pero de la que proceden todos los números. Este versículo indica que Dios es igualmente el guía de toda la humanidad y no siente ningún apego especial por ningún pueblo en particular. A los que se esfuerzan por acercarse a Él los guía por los caminos que conducen a Él. Árabes, judíos, persas, indios, chinos, griegos y africanos son todos iguales a Sus ojos, pues Él es la fuente de la creación de todos ellos. Sólo Él es la unidad que es la fuente de la multiplicidad del universo. Al proclamar que Él no es engendrado, el Corán refuta la doctrina central del cristianismo, así como de varios credos hindúes, pues quien es engendrado no puede ser Dios, ya que dependería de otro para su propia creación. Al señalar que Él no tiene rival, el Corán refuta la doctrina inculcada por algunas religiones de que la luz y las tinieblas son fuerzas distintas y opuestas, estableciendo así, en efecto, dos dioses paralelos.
Dios: la causa última de toda la creación
El Corán también enseña que Dios es la causa última de toda la creación; es decir, que toda la creación ha procedido de Él y revierte a Él. Dice:
“Él es el Primero y el Último”3
Esto significa que todo en el universo debe su existencia a Dios y que la extinción de todo también se produce bajo las leyes divinas. Si Dios no hubiera querido conferir la existencia al universo, éste no podría haber llegado a existir; y si Dios no hubiera promulgado leyes para su destrucción, no podría haber sido destruido. Así pues, toda creación y destrucción están controladas por leyes divinas y esto es una prueba de que el sistema del universo ha sido establecido por un Ser inteligente. El Corán dice:
¡El Creador de los cielos y de la tierra! ¿Cómo puede tener un hijo si no tiene consorte, y si lo ha creado todo y tiene conocimiento de todas las cosas? Así es Al’lah, tu Señor. No hay más dios que Él, el Creador de todas las cosas, así que adoradle. Y Él es el Guardián de todo.4
Estos versículos señalan que, como Dios es la fuente de toda la creación, no necesita un hijo. Un hijo se procrea por accidente o para satisfacer una determinada necesidad. La unión de un varón y una mujer, incluso cuando el objeto no es la procreación, puede dar lugar al nacimiento de un hijo. La posibilidad de que esto ocurra en el caso de Dios se niega en el versículo citado anteriormente al llamar la atención sobre el hecho de que Él no tiene pareja. Sin embargo, algunos afirman que Dios podría crear un ser y asignarle la posición de hijo. Pero un hijo sólo se desea para ayudar al padre en el desempeño de sus funciones y para perpetuar su nombre. El Corán señala que Dios, siendo el Creador y Controlador de todas las cosas, no necesita ayuda, y siendo Eterno Su nombre perduraría para siempre. Por lo tanto, no serviría de nada que creara o designara un hijo. Un hombre a veces hace provisiones para el futuro contra contingencias desconocidas, pero el Corán señala que, puesto que Dios tiene un conocimiento perfecto de todas las cosas, no tiene necesidad de hacer provisiones para contingencias desconocidas. Él conoce el pasado y el futuro y no tiene necesidad de tomar precauciones con respecto al futuro. A continuación, el Corán llama la atención sobre el hecho de que Dios no sólo ha creado al hombre, sino que también lo fomenta y lo desarrolla desde la debilidad y la inferioridad hasta la fuerza y la superioridad. No hay dios fuera de Él. Él ha creado todo el universo. Toda la humanidad, ya sean persas o árabes, judíos o hindúes, son iguales ante Él. Él los ha creado a todos y les ha proporcionado los medios para progresar. Por lo tanto, incumbe a todos los hombres adorarle sólo a Él, pues sólo Él controla el universo y el hombre sólo puede escapar de la ruina y la destrucción fomentando su relación con Él y nunca puede encontrar la paz lejos de Él.
El Corán enseña que Dios conoce todo lo que hay en el universo. No hay nada que escape a Su conocimiento. Dice:
“Su conocimiento se extiende por los cielos y la tierra”5
De nuevo dice:
“no te ocupas de nada, ni recitas de Él parte alguna del Corán, ni trabajas, sino que somos Testigos de ti cuando estás absorto en ello. Y no se oculta a tu Señor ni el peso de un átomo en la tierra ni en el cielo. Y no hay nada más pequeño ni más grande que eso, sino que está registrado en un Libro claro.”6
Estos versículos muestran que la condición de la mente de un hombre y lo que dice de palabra y lo que hace con el ejercicio de sus miembros son todos manifiestos para Dios. Los objetos, incluso tan diminutos como un átomo o incluso más pequeños, no están ocultos a Su vista. Él percibe tanto el objeto más diminuto como el más burdo, y no sólo todo está dentro de Su conocimiento, sino que todo lo que se hace o sucede se conserva de tal manera que produce su debido resultado a su debido tiempo. El versículo dice que todas estas cosas están registradas en un Libro abierto. Esto significa que mientras que los registros ordinarios están ocultos a los ojos de los hombres y después de que se introducen desaparecen incluso de la vista de la persona que los hace, el registro divino de todo lo que ocurre es tal que habla por sí mismo, es decir, cada acción conduce a su resultado de acuerdo con la ley y la voluntad divinas. Una vez más, el Corán dice que, puesto que Dios está más allá de la percepción física, “Los ojos no pueden alcanzarle”,7 es decir, Dios es, por Su naturaleza, diferente de todos los objetos materiales y, por tanto, no es posible percibirle a través de ninguno de los sentidos físicos.
El Corán enseña que Dios tiene pleno poder para llevar a cabo todos Sus designios. Dice:
“Al’lah tiene poder para hacer todo lo que quiere”8
Hay que señalar que el versículo no se limita a decir que Dios tiene poder para hacer todas las cosas, pues tal fraseología daría pie a que los necios plantearan preguntas absurdas. Se ha preguntado, por ejemplo, si Dios tiene poder para destruirse a sí mismo o si tiene poder para crear otro dios como Él. Es obvio que para Dios hacer algo así sería absurdo e indeseable y es incompatible con Su Majestad y Perfección permitirse algo absurdo o indeseable. Por lo tanto, el Corán se ha abstenido de afirmar que Dios tiene poder para hacerlo todo y se ha limitado a decir que Dios tiene poder para llevar a cabo todo lo que Él decida hacer. Dios, siendo perfecto, sólo determina lo que es perfecto y sería el colmo de la insensatez atribuir a Dios el deseo de destruirse a Sí mismo o de crear otro dios como Él.
Principales atributos divinos
El capítulo inicial del Corán (sura al-Fatiha) ilustra el funcionamiento de los atributos de Dios. Explica que los atributos divinos, cuyo funcionamiento afecta de algún modo al hombre, se ramifican a partir de cuatro atributos principales.
De ellos, el primero es Rabbul-‘Alamin (رب العالمین); es decir, Dios crea todo y luego lo fomenta gradualmente hacia la perfección.
En segundo lugar, Él es Rahman (الرحمن). Esto significa que, sin ningún esfuerzo por parte de Sus criaturas, Él proporciona todo lo necesario para su desarrollo y progreso.
En tercer lugar, Él es Rahim (الرحیم). Esto significa que cuando aquellas de Sus criaturas que están dotadas de voluntad e inteligencia eligen voluntariamente hacer el bien y resistirse al mal, Dios les otorga la más alta recompensa y esa recompensa continúa indefinidamente.
En cuarto lugar, Él es Maliki Yaum-id-Din (مالک یوم الدین). Esto significa que el juicio último sobre todo recae en Él. Todo debe su origen a Él y el fin de todo está también en Sus manos. El hombre y otras criaturas pueden provocar cambios temporales y efímeros, pero no tienen el poder de efectuar ningún cambio permanente en el universo. Por ejemplo, el hombre no tiene poder para crear ni materia ni alma. Tampoco tiene el poder de destruirla, aunque puede efectuar cambios temporales en la materia y darle formas diferentes. Así como el atributo de la creación pertenece únicamente a Dios, el atributo de la destrucción también le es peculiar. Nada puede ser destruido en última instancia hasta que Dios decrete su destrucción. Esta es una verdad evidente y el Corán la expresa afirmando que Dios es el Amo del momento del juicio. Es decir, el juicio final sobre todo lo que se pone en movimiento está en Sus manos y Él llega a estos juicios en Su calidad de Amo del universo y no simplemente como un juez que decide sobre los derechos de las partes que tiene ante sí. Un juez está obligado a dictar una sentencia imparcial sobre el asunto en litigio entre las partes, teniendo en cuenta los derechos y obligaciones de cada una. Dios no está obligado a ello, pues aunque cuando pronuncia Su sentencia ningún hombre es agraviado o defraudado de lo que le corresponde, es libre de remitir tanto como desee de lo que pueda debérsele a Él mismo. No insiste en la proverbial libra de carne. Al igual que un amo puede tratar a sus siervos con misericordia y actuar con benevolencia hacia ellos y concederles favores, Dios puede perdonar las ofensas de Sus criaturas y pasar por alto sus incumplimientos y concederles Sus favores. La falta de apreciación de este atributo de Dios ha llevado a los cristianos a adoptar una doctrina tan insostenible como la de la Expiación. La doctrina cristiana es que Dios, al igual que un juez secular, no tiene poder para perdonar la falta de una persona. Al hacer esta suposición errónea, los cristianos pasan por alto el hecho de que un juez está llamado a adjudicar entre dos partes y que él mismo no posee ningún derecho con respecto al objeto de la disputa. Sin embargo, la relación entre Dios y sus criaturas es muy distinta de la que existe entre un juez y las partes en litigio. Dios es a la vez un demandante y la autoridad facultada para dictar la sentencia. El juez nunca es demandante. Sólo debe determinar los derechos de las partes. En otras palabras, un juez tiene que llegar a una resolución entre dos personas, una de las cuales presenta una proclamación contra la otra. Estas personas pueden ser ambas particulares o una representar al Estado y la otra a un particular. Dios decide entre Él y sus criaturas. Por tanto, ocupa una doble posición. Es a la vez demandante y juez. Como demandante, tiene derecho a condonar la totalidad o la parte que desee de su proclamación. Tal remisión sería misericordia y no injusticia, porque la remisión se refiere a la propia proclamación de Dios y no opera para privar a ninguna persona de su derecho. Esto está en perfecto acuerdo con la razón.
Por otro lado, la doctrina de la Expiación se opone totalmente a la razón. Si la creencia en la crucifixión de Jesús es indispensable para la remisión de los pecados, entonces ¿cómo obtuvieron la salvación los Profetas que aparecieron antes que Jesús y sus seguidores? ¿No era necesario que la crucifixión hubiera tenido lugar al inicio del universo para que toda la humanidad hubiera alcanzado la salvación? Además, ¿cómo es posible que los pecados puedan ser remitidos mediante la creencia en la crucifixión, pero no mediante el arrepentimiento, que es el medio natural de purificación del corazón? La creencia en una cosa exterior no es un medio natural de purificación del corazón, mientras que el remordimiento y la contrición, que infligen una especie de muerte a los anhelos y deseos de un hombre y le inspiran una nueva determinación de llevar una vida virtuosa, son un medio natural y seguro de purificación del corazón. Es sorprendente que los cristianos crean que el corazón de un pecador se purifica creyendo en la crucifixión de Jesús y que, en consecuencia, Dios le perdona sus pecados, pero se nieguen a aceptar la verdad de que cuando un pecador experimenta remordimiento y admite su falta ante Dios y le pide perdón, Dios le perdona sus pecados y errores.
Observamos que en la transacción de sus asuntos diarios los cristianos mismos siguen este principio. Cuando un hombre comete una falta y luego le invade un verdadero remordimiento y, admitiendo su falta, promete enmendarla, le perdonan. Por ejemplo, este principio se sigue en sus escuelas. Cuando un maestro de escuela descubre que un alumno ha cometido una falta o ha sido negligente en sus estudios o en otros deberes y está convencido de que el alumno está arrepentido y dispuesto a enmendarse en el futuro, le perdona. Sin embargo, si la doctrina de la Expiación fuera sostenible, todo lo que debería ser necesario en tal caso sería que el alumno dijera que aunque ha cometido una falta es un creyente en la crucifixión de Jesús y que su falta debería pasarse por alto. Pero esto no es lo que ocurre. El maestro insiste en que, para ser perdonado, el alumno debe demostrar que se avergüenza de su falta y que está dispuesto a enmendarla en el futuro. No está dispuesto a perdonar sólo porque el alumno crea en la crucifixión.
Sin embargo, puede alegarse que creer en la crucifixión equivale a purificar el corazón. Sin embargo, esto queda desmentido por la conducta de los cristianos en todo el mundo. Los males y los vicios que prevalecen en los países cristianos apenas pueden igualarse en ninguna otra parte del mundo.
Entonces, ¿qué es lo que los cristianos han ganado con la creencia en la Expiación? Si afirman que alcanzarán la salvación mediante la creencia en esta doctrina, esto sería insostenible, pues ya hemos demostrado que la salvación sólo puede alcanzarse mediante el verdadero arrepentimiento y que los Profetas que aparecieron antes que Jesús y sus seguidores sólo alcanzaron la salvación por este medio. Si los cristianos proclaman que la expiación trae consigo la pureza de corazón, ésta no ha sido alcanzada por los cristianos a pesar de su creencia en la expiación. No queremos decir que ningún cristiano goce de pureza de corazón, pero sí afirmamos que la pureza del corazón de ningún cristiano se debe a la creencia en la Expiación. Si el corazón de un cristiano está purificado, lo está como los corazones de otras personas, a través del remordimiento y el arrepentimiento o a través de la adoración a un Dios, es decir, la oración y el ayuno, como dijo el propio Jesús:
“Este tipo no puede surgir por nada, sino por la oración y el ayuno”9
Otros atributos de Dios
No es posible entrar en una explicación detallada de los diversos atributos de Dios mencionados en el Corán, ya sea expresamente o por inferencia, como derivados de los cuatro atributos principales que acabamos de describir. Sin embargo, podemos mencionarlos brevemente:
- al-Malik, es decir, el Soberano.
- al-Quddus, es decir, el Santo.
- as-Salam, es decir, la Fuente de la Paz.
- al-Mu’min es decir, El Otorgador de Seguridad.
- al-Muhaymin, es decir, el Protector.
- al-‘Aziz, es decir, el Poderoso.
- al-Yabbar, es decir, el que somete.
- al-Mutakabbir, es decir, el Exaltado.
- al-Jaliq, el Creador.
- al-Bari, el Hacedor.
- al-Musawwir, el Moldeador.
- al-Ghaffar, es decir, el Gran Perdonador.
- al-Qahhar, es decir, el Supremo.
- al-Wahhab, es decir, El Otorgador.
- ar-Razzaq, El Gran Sustentador.
- al-Fattah, es decir, el que abre (las puertas del éxito para la humanidad); el Juez.
- al-‘Alim, es decir, el Omnisciente.
- al-Qabid, es decir, el Controlador; el que mantiene todas las cosas dentro de unos límites; el Poseedor.
- al-Basit, es decir, el Ampliador; Aquel que amplía los medios de subsistencia.
- al-Jafid, es decir, el Depresor; el que abate a los orgullosos.
- ar-Rafi’, es decir, el Exaltador.
- al-Mu’izz, es decir, el que otorga el honor.
- al-Mudhill, es decir, el que abate; el que rebaja a los soberbios.
- as-Sami’ es decir, El que todo lo oye.
- al-Basir, el que todo lo ve.
- al-Hakam, es decir, el Juez Sabio.
- al-‘Adl, es decir, el Justo.
- al-Latif, es decir, el Incomprensible; el Conocedor de todas las sutilezas; el Benigno.
- al-Jabir, es decir, el Omnisciente.
- al-Halim, es decir, El Indulgente.
- al-‘Azim. es decir, El Grande.
- al-Ghafur es decir, El Más Perdonador.
- ash-Shakur, es decir, el que más aprecia.
- al-‘Aliyy es decir, El Alto.
- al-Kabir i.e., El Incomparablemente Grande.
- al-Hafiz, es decir, el Guardián.
- al-Muqit es decir, El Conservador; El Que conserva las facultades de todas las cosas creadas; El Poderoso.
- al-Hasib, es decir, el Juzgador.
- al-Yalil, el Señor de la Majestad.
- al-Karim, es decir, el Noble.
- ar-Raqib es decir, El Vigilante.
- al-Muyib, es decir, el que responde a las oraciones.
- al-Wasi’, es decir, el Generoso, el que todo lo abarca.
- al-Hakim, es decir, el Sabio.
- al-Wadud, es decir, el Amoroso.
- al-Mayid, es decir, el Señor del honor.
- al-Ba’ith, es decir, el Levantador (de los muertos).
- ash-Shahid, es decir, el Testigo; el Observador.
- al-Haqq, es decir, el Verdadero.
- al-Wakil, es decir, el que dispone de los asuntos; el guardián.
- al-Qawiyy, es decir, el Poderoso.
- al-Matin, es decir, el Fuerte.
- al-Waliyy, es decir, el Amigo.
- al-Hamid, es decir, el Loable.
- al-Muhsi, el Registrador.
- al-Mubdi’ es decir, El Autor (de la vida); El Iniciador.
- al-Mu’id, es decir, el Repetidor (de la vida).
- al-Muhyi, es decir, el Dador de vida.
- al-Mumit, es decir, el Controlador de las causas de la muerte; el Destructor.
- al-Hayy, es decir, el Viviente.
- al-Qayyum, es decir, el que subsiste por sí mismo y lo mantiene todo.
- al-Wayid, es decir, el Descubridor; el Encontrador.
- al-Mayid, es decir, el Glorioso.
- al-Qadir, es decir, el Poseedor del poder y la autoridad.
- al-Muqtadir, es decir, el Omnipotente.
- al-Muqaddim es decir, El Proveedor (de los medios de progreso y avance).
- al-Mu’ajir, es decir, el Degradador; el Pospositor.
- al-Awwal, es decir, el Primero.
- al-Ajir, es decir, el Último.
- az-Zahir, es decir, El Manifiesto; Aquel a Cuya existencia apunta claramente todo lo creado.
- al-Batin, es decir, Lo Oculto; Aquel a través de Quien se revela la realidad oculta de todo,
- al-Waliyy, es decir, el Gobernante.
- al-Muta’ali es decir, El Altísimo: El Poseedor de atributos excelentes.
- al-Barr es decir, El Benéfico.
- at-Tawwab i.e., El que regresa a menudo con compasión; El que acepta el arrepentimiento.
- al-Mun’im, es decir, el Otorgador de favores.
- al-Muntaqim, es decir, Quien otorga el castigo apropiado; El Vengador.
- al-‘Afuww, es decir, el que borra los pecados.
- ar-Ra’uf, el Compasivo.
- Malik-ul-Mulk, el Señor de la Soberanía.
- al-Muqsit, es decir, el Equitativo.
- al-Yami’ es decir, El Recolector; El Ensamblador.
- al-Ghaniyy, es decir, el Autosuficiente.
- al-Mughni’ es decir, El Proveedor de los medios de suficiencia; El Enriquecedor.
- al-Mani’, es decir, el que retiene, el que prohíbe.
- ad-Darr i.e., El Infligidor del castigo.
- an-Nafi’ es decir, El Beneficiador.
- an-Nur, es decir, La Luz.
- al-Hadi, es decir, el Guía.
- al-Badi’ es decir, El Originador.
- al-Baqi, es decir, el superviviente.
- al-Warith, es decir, el heredero.
- ar-Rashid, es decir, el quien dirige al camino recto.
- as-Sabur es decir, El Paciente.
- Dhul-‘Arsh, el Señor del Trono.
- Dhul-Waqar, es decir, el Poseedor de la estabilidad y la gravedad; Aquel que hace todo con razón y para cumplir un propósito determinado.
- al-Mutakallim, es decir, el Orador; Aquel que habla a Sus siervos.
- ash-Shafi es decir, El Sanador.
- al-Kafi, es decir, El Suficiente.
- al-Ahad es decir, El Único; El Señor de la Unidad.
- al-Wahid, es decir, el Solitario.
- as-Samad, es decir, el Deseado de todos, el Independiente, el Eterno.
- Dhul-Yalali Wal-Ikram, es decir, El Señor de la Majestad y la Generosidad.
Tres categorías de atributos divinos
Estos atributos se mencionan expresamente en el Corán o se deducen de sus versículos. La consideración de estos atributos ayuda a visualizar el plan del universo espiritual que propone el Corán. A grandes rasgos, pueden dividirse en tres categorías:
En primer lugar, los que son propios de Dios y no están relacionados en modo alguno con Sus criaturas, p. ej., al-Hayy–El Viviente; al-Qadir–El Poseedor de poder y autoridad; al-Mayid–El Glorioso.
En segundo lugar, las que están relacionadas con la creación del universo e indican la relación entre Dios y Sus criaturas y Su actitud hacia ellas, por ejemplo, al-Jaliq: El Creador; al-Malik: El Soberano, etc.
En tercer lugar, los que se ponen en práctica como consecuencia de las buenas o malas acciones de las criaturas de Dios dotadas de voluntad, por ejemplo, ar-Rahim-Recompensa abundante y repetidamente las buenas acciones voluntarias del hombre; Maliki Yaum-id-Din-El Amo del Día del Juicio; al-‘Afuww-Pasa por alto las faltas; ar-Ra’uf-Es Compasivo, etc.
Algunos de estos atributos parecen ser repeticiones, pero al considerarlos se encuentran finas distinciones entre ellos. Por ejemplo, varios de estos atributos están relacionados con la creación, como Jaliqu Kulli Shay’in, al-Badi’, al-Fatir, al-Jaliq, al-Mu’id, al-Musawwir, ar-Rabb. A primera vista parecen coincidir, pero en realidad significan aspectos diferentes. Jaliqu Kulli Shay’in significa que Dios ha creado todas las cosas y significa que
También es el Creador de la materia y de las almas. Algunas personas creen que Dios modela pero no crea. Por ejemplo, no Le consideran el Creador de la materia o de las almas; creen que la materia y las almas existen por sí mismas y son eternas como Dios mismo. Si Dios hubiera sido descrito en el Corán simplemente como el Creador, esta gente podría haber proclamado que ellos también creen en Dios como el Creador en el sentido de que Él lleva a cabo la unión del cuerpo y el alma y así moldea y en cierto sentido crea al hombre. Esta interpretación habría dejado en entredicho el verdadero significado del Corán a este respecto. Al describir a Dios como el Creador de todas las cosas, el Corán ha ampliado el alcance del atributo de la creación para incluir la creación de la materia y de las almas.
Badi’ significa que Dios ha planeado y diseñado el sistema del universo y este sistema no es, por tanto, accidental o copiado de algún otro lugar.
Fatir significa Aquel que extrae algo rompiendo la cáscara. El atributo Fatir, por tanto, indica que Dios ha creado la materia con facultades inherentes de desarrollo y que a su debido tiempo rompe la cáscara o cubierta que confina el funcionamiento de estas facultades y las pone en funcionamiento. Por ejemplo, una semilla posee la facultad de convertirse en una planta o un árbol, pero esta facultad sólo entra en funcionamiento en una determinada estación y bajo ciertas condiciones. Cuando se dan esas condiciones y llega esa estación, la semilla comienza a desarrollar su facultad de crecimiento. Este atributo indica, pues, que Dios ha creado el universo de acuerdo con un conjunto de leyes y que todas las secciones del universo siguen desarrollándose de acuerdo con esas leyes. Ciertas partes del universo atraviesan continuamente etapas preparatorias y sus facultades inherentes entran en juego en determinadas estaciones, y entonces se hacen perceptibles nuevas formas de vida.
El atributo de Jalq (creación) también significa planificación. Por lo tanto, Jaliq (Creador) también significa que Dios ha dispuesto todas las cosas en su debido orden y que el universo está controlado por un sistema.
Bari significa que Dios pone en marcha diferentes manifestaciones de la creación y luego designa leyes en obediencia a las cuales lo creado sigue repitiéndose y multiplicando sus especies. Esto se ve reforzado por el atributo Mu’id, que significa repetición.
Musawwir significa que Dios ha dado a cada cosa creada una forma adecuada a sus funciones. Esto demuestra que la perfección de la creación no consiste únicamente en dotar a la cosa creada de las facultades apropiadas, sino que también se consigue dándole la forma adecuada.
Rabb significa que Dios, después de crear, sigue fomentando las facultades de las cosas creadas por etapas y así las conduce a la perfección.
Todos estos atributos significan diferentes aspectos de la creación. Del mismo modo, otros atributos que a primera vista parecen superponerse o ser meras repeticiones, en realidad significan distinciones muy sutiles. Una vez comprendido el significado de cada atributo, se puede apreciar la belleza y la gloria del universo espiritual que describe el Corán.
El Nuevo Testamento apenas menciona los atributos de Dios. Ni la Torá ni ninguna otra Escritura describe todos estos atributos. Sin embargo, si se toman en su conjunto todas las Escrituras judías, se encuentran en ellas menciones en diferentes lugares de un buen número de los atributos que hemos expuesto anteriormente, pero incluso entonces no se mencionan todos. Los musulmanes suelen pensar que Dios posee noventa y nueve atributos. Esta idea está relacionada con ciertas tradiciones judías que se basan en los atributos de Dios mencionados en las Escrituras judías. El Corán menciona muchos más de los ciento tres atributos que hemos mencionado anteriormente, pero no los hemos expuesto. De hecho muchos de los atributos de Dios, cuya operación no está relacionada con el hombre, no han sido mencionados en el Corán y por lo tanto no sería correcto asignar un número particular a los atributos de Dios.
Siempre que en la literatura islámica se hace mención de un número a este respecto es sólo en contraste con la proclamación judía y no con el propósito de expresar la realidad absoluta.
Los Vedas mencionan muy pocos atributos de Dios y lo mismo ocurre con el Zend-Avesta. La verdad es que como el Corán es el libro perfecto y contiene una guía completa para todas las etapas del desarrollo espiritual, expone todos los atributos de Dios cuyo conocimiento es necesario para el hombre, incluyendo los que han sido mencionados en las Escrituras anteriores y los que no han sido tan mencionados.
Atributos Divinos No Contradictorios
A veces se alega que algunos de estos atributos son contradictorios con otros. Por ejemplo, Dios es Misericordioso y sin embargo castiga. Está libre de toda necesidad y, sin embargo, crea y hace provisiones para guiar a la humanidad, lo que indica un deseo por Su parte de traer a la existencia al hombre y a otras criaturas. Tales críticas se originan a menudo en mentes poco dadas a la reflexión profunda. No se dan cuenta de que una gran parte de la belleza real del universo se debe a su diversidad y que lo que consideran conflicto e incoherencia no es más que una prueba de la riqueza del modelo del universo. Todo en el universo se mueve dentro de la esfera que le ha sido asignada y puede considerarse como un eslabón de una enorme cadena.
Es cierto que Dios castiga, pero lo hace de acuerdo con Sus leyes que regulan los castigos y las penas. Cuando la aplicación de estas leyes exige la imposición de una pena, Dios decreta el castigo. Por el contrario, Dios ha promulgado leyes a través de las cuales se manifiestan Sus atributos de misericordia y perdón. Cuando el funcionamiento de estas leyes exige el ejercicio del atributo de la misericordia o del perdón, dicho atributo entra en funcionamiento. Así, al mismo tiempo Su atributo de castigo se manifiesta de acuerdo con Sus leyes con respecto a una persona y Su atributo de perdón o misericordia o benevolencia se manifiesta con respecto a otra. Una persona nace en manifestación del atributo divino de creación y en el mismo momento otra persona muere en manifestación del atributo divino de destrucción. Generalmente se plantea la pregunta de por qué Dios hace morir a las personas cuando el Corán lo describe como Rabbul-‘Alamin, que significa que Dios crea y fomenta y conduce a la perfección. Esta pregunta indica falta de reflexión por parte de las personas que la formulan. El Corán no describe a Dios como el Rabb de este mundo solamente, sino como el Rabb de todos los mundos. La muerte significa la traslación de un universo a otro. Cuando una persona es trasladada de este modo, el atributo de Rabubiyyat (creación y fomento) se manifiesta con respecto a esa persona en el universo al que es trasladada. Todo lo que existe en cualquier universo es fomentado bajo el atributo de Rabubiyyat. Sin embargo, si suponemos que algo ha dejado de existir, entonces ha dejado de formar parte de cualquier universo y la cuestión de la manifestación del atributo de Rabbul-‘Alamin (Creador, Sustentador y Fomentador de todos los mundos) con respecto a esa cosa no se plantea en absoluto.
El Corán enseña que para la regulación y el ajuste de los atributos que afectan a la humanidad Dios ha puesto en marcha dos leyes. La primera de ellas es:
“Mi misericordia abarca todas las cosas”10
y la segunda se establece en el versículo:
“¿Qué os ha sucedido para que no esperéis de Al’lah sabiduría y firmeza?”11
Este último versículo significa que todo lo que Dios hace se basa en la sabiduría. Uno de los atributos de Dios mencionados en el Corán es El Sabio, que también indica lo mismo.
Estas dos leyes indican que toda manifestación de un atributo de Dios es para la consecución de un propósito u objeto definido. También muestran que siempre que haya una lucha entre las leyes que exigen el castigo y las leyes que requieren el ejercicio de la misericordia, prevalecerán estas últimas y el castigo quedará subordinado a ellas. La contemplación del funcionamiento de estas dos leyes llena el corazón del musulmán con el amor de Dios que impregna todo su ser. Un musulmán, con el propósito de crear amor y devoción en su corazón hacia Dios, no está bajo la necesidad de hacer violencia a su razón y aceptar la doctrina de la Expiación y la crucifixión de un ser humano que llevó la carga de todos los pecados. Le basta con que el Corán le enseñe que toda manifestación de los atributos de Dios está regida por la sabiduría y tiene un propósito y un objeto definidos y que, siendo humano, si en alguna ocasión es culpable de una debilidad o comete una falta y entonces se ve invadido por el remordimiento y la contrición y se decide a evitar todo tipo de error en el futuro, el amor y el perdón de Dios le cubrirán por completo. Este conocimiento derrite su corazón y se disuelve en un éxtasis de amor por Dios. El musulmán se da cuenta de que, aunque Dios es el Creador y el Soberano, perdona las ofensas de Sus siervos, pasa por alto sus faltas y hace todo tipo de provisiones para su progreso. Cuando impone un castigo, Su objetivo no es infligir dolor o humillar, sino permitir que Sus siervos descarriados se reformen y avancen por los senderos del progreso. Se da cuenta de que Dios está siempre dispuesto a aceptar el verdadero arrepentimiento y encubre las faltas de Sus siervos y, mediante el remordimiento y el arrepentimiento, las borra por completo. Descubre que Dios, que es el Señor de Majestad y Exaltación, escucha las oraciones de Sus siervos y que Su ansia de acercarse a Sus siervos es muchas veces mayor que la ansia de Sus siervos de acercarse a Él. Al darse cuenta de todo esto, su corazón se llena del amor de Dios y se siente impulsado hacia Él en un paroxismo de amor y devoción aún mayor que el que impulsa a un bebé a los brazos de su madre; y Dios también se inclina hacia tal siervo Suyo con amor y ternura muchas veces mayores que los de una madre que se apresura a consolar a su hijo que llora y está angustiado.
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